| Deseo plantear reflexiones en torno al futuro de las relaciones comerciales 
        entre Argentina y Gran Bretaña, en un período de profundos 
        cambios estructurales a escala global. Será por un tiempo un mundo 
        inestable y con incidencia significativa de la geopolítica. Por lo general las relaciones comerciales entre dos países se 
        nutren de su historia, de la densidad de vínculos que a través 
        de ella se han generado, de la acumulación de intereses recíprocos, 
        y de la calidad del clima político bilateral en distintos momentos 
        de su evolución. Pero también se nutren de visiones que 
        predominen en ambos países sobre lo que pueden esperar de sus respectivas 
        inserciones en el comercio mundial. Inciden en ellas el valor de las cartas 
        que cada uno dispone en la mesa de la competencia económica global. 
        Recursos financieros, tecnologías y capacidad de innovación, 
        experiencia industrial y en el comercio, son cartas fuertes. También 
        lo son la ubicación geográfica, la dotación de recursos 
        naturales y en especial hoy, de alimentos y de fuentes de energía 
        incluyendo las más novedosas, así como las cualidades de 
        la población y su aptitud para adaptarse en entornos de mestizaje 
        étnico y cultural.  Al menos tres factores contextuales hay que tener en cuenta al apreciar 
        el potencial de inserción comercial externa de un país. 
        Son relevantes y están en plena evolución. Uno es la mayor 
        densidad y calidad de la conectividad física y cultural entre quienes 
        compiten por los mercados de otros países. Otro es el significativo 
        incremento de la clase media urbana en el mundo en desarrollo, con sus 
        efectos sobre la demanda de bienes y servicios, a la vez masivos y diferenciados, 
        y sobre las expectativas y niveles de exigencia de los consumidores. Y 
        el tercero es que, en parte como consecuencia de los dos antes mencionados 
        pero también del continuo cambio tecnológico, se han tornado 
        evidente transformaciones en la forma en que se producen y distribuyen 
        los bienes y servicios: "hecho en el mundo", es la expresión 
        que utiliza la OMC al referirse al fenómeno de las cadenas transnacionales 
        de valor y a su papel protagónico en el comercio internacional. 
       A tales factores es necesario agregar la revalorización de los 
        espacios regionales e interregionales en el desarrollo del comercio mundial, 
        en parte como resultante de que, en la práctica, ellos inciden 
        en el diseño de los encadenamientos productivos con su impacto 
        sobre la localización de las inversiones. Pero también por 
        el hecho de que ellos son, a la vez, consecuencia y causa de la actual 
        proliferación de acuerdos comerciales preferenciales -en especial, 
        de los mega-acuerdos regionales e interregionales, tales como el TTP y 
        el TTIP-.  Lo antes mencionado explica tres ejes sobre los cuales los países, 
        cualquiera que sea su dimensión o su grado de desarrollo, elaboran 
        estrategias de inserción comercial internacional y de relacionamiento 
        bilateral con otros países. Cada uno de los ejes plantea requerimientos 
        que una diplomacia comercial efectiva y eficaz, procura que sean complementarios 
        y se potencien mutuamente. Son ejes que tienen que estar presentes entonces 
        en un enfoque prospectivo de las relaciones comerciales de Argentina y 
        Gran Bretaña. El primer eje es el alcance multi-espacial. Implica el reconocimiento 
        que hoy y con más razón en el futuro, la diplomacia comercial 
        de un país se orienta a aprovechar todas las oportunidades que 
        se abren en un mundo que algunos especialistas denominan "multi-plex". 
        Ello no dejará de tener incidencia en las relaciones futuras entre 
        Argentina y Gran Bretaña. Como cualquier otro país, cada 
        uno tiene una pluralidad, incluso muy amplia, de opciones en cuanto a 
        quien comprar y a quien vender, o de que origen o que destino pueden ser 
        inversiones y tecnologías que interesan. Preservar abiertas tales 
        opciones y potenciarlas, son objetivos prioritarios de una diplomacia 
        comercial efectiva, eficaz y proyectada al futuro. El segundo es el de los espacios regionales e interregionales. Implica 
        concentrar la atención de la diplomacia comercial de un país, 
        nunca en forma exclusiva, en el entorno geográfico más próximo, 
        especialmente si entre los países de una región existen, 
        además de proximidad física, acuerdos comerciales preferenciales 
        o, más aún, si desarrollan un proceso de integración 
        profunda. Es el caso de la Argentina en el Mercosur, América del 
        Sur y América Latina, dada la red de preferencias comerciales que 
        se ha tejido a través de los años. Y es también el 
        caso de la pertenencia de Gran Bretaña a la UE y al espacio económico 
        trans-atlántico con EEUU y Canadá. Los acuerdos interregionales 
        que se están negociando actualmente -a pesar de que tengan un futuro 
        aún incierto- acrecientan la importancia de visualizar al otro 
        país de una relación bilateral, como parte de un espacio 
        económico más amplio y, por ende, más interesante 
        desde el punto de vista de perspectivas para el desarrollo de negocios 
        que involucren el intercambio de bienes y de servicios, y de inversiones 
        productivas. Y el tercer eje es de las empresas protagonistas actuales o potenciales 
        del comercio y de las inversiones bilaterales. Son el principal objetivo 
        de una diplomacia comercial que sea ambiciosa, esto es, que esté 
        proyectada a incidir en el futuro relacionamiento bilateral entre dos 
        países. Algunos de esas empresas provienen del pasado, incluso 
        del más largo. Tienen fuerte experiencia en relacionarse con el 
        otro país. Otras son recientes. Y otras no han empezado aún 
        su experiencia bilateral.  Entre tales protagonistas cabe distinguir los de mayor dimensión 
        y con larga tradición bilateral y también global. Pueden 
        ser, entre otros, operadores de comercio, instituciones financieras, empresas 
        multinacionales de la industria, la minería, la energía 
        o de los servicios. También pueden ser pequeñas y medianas 
        empresas, incluso con baja experiencia de internacionalización, 
        pero con potencial de insertarse en cadenas globales de valor y de escalar 
        dentro de ellas procurando aportar un mayor valor agregado intelectual. 
       Quizás sea este último segmento el que más requerirá 
        del apoyo de una diplomacia comercial efectiva y eficaz en la relación 
        bilateral argentino-británica. En la competencia económica 
        global contemporánea tal apoyo se traduce, en especial, en la calidad, 
        fluidez y accesibilidad de la inteligencia competitiva. Es decir, en todo 
        aquello que una empresa debe tener como información para moverse 
        con soltura en una estrategia de inserción sostenida en otro u 
        otros mercados. Cuánto más al alcance de la mano esté 
        tal información y cuánto más sea la calidad de su 
        procesamiento, mayor será su impacto en la capacidad de la pyme 
        para traducir en hechos su estrategia de inserción en otros mercados. 
        En el caso de las relaciones argentino-británicas un ejemplo interesante 
        lo ofrece la publicación en un diario de circulación amplia 
        y consiguiente difusión por Internet, de la amplia información 
        brindada por el área comercial de la Embajada Argentina en Londres 
        (ver http://www.lanacion.com.ar). 
        Multiplicar tales ejemplos será en el futuro más que necesario 
        y, sobre todo, muy útil y eficaz en la medida que la información 
        procesada sea de acceso fácil a cualquier persona interesada. Algunas preguntas para concluir estas notas: ¿cuál será 
        el impacto que tendría en las relaciones bilaterales del futuro 
        entre Argentina y Gran Bretaña, la eventual conclusión de 
        un acuerdo interregional entre Mercosur y la UE? y ¿cuáles 
        serían los efectos que tendrían los acuerdos comerciales 
        que el Mercosur concluya con otros países latinoamericanos, especialmente 
        si se produjera la convergencia con la Alianza del Pacífico, así 
        como los que la UE concluya en el espacio transatlántico con los 
        EEUU?  Es prematuro extraer al respecto conclusiones ciertas ni para efectuar 
        proyecciones sólidas. Existen incertidumbres tanto respecto a las 
        negociaciones interregionales, como con respecto a la evolución 
        que tendrán Mercosur y la propia UE. Pero a su vez, tampoco parece 
        realista ignorar los múltiples efectos, muy probablemente positivos 
        que podrían tener tales acuerdos, ya que caso contrario difícilmente 
        serían concluidos. Serán ellos efectos que las empresas 
        de ambos países tendrán que contemplar en sus proyecciones 
        estratégicas para operar en ambas regiones. Esto es, que serían 
        estrategias que no podrían quedar limitadas al plano exclusivamente 
        bilateral.  En todo caso, si se concretan los acuerdos regionales e interregionales 
        en los que se inserten en el futuro las relaciones bilaterales entre Argentina 
        y Gran Bretaña, ellos tendrían efectos que trascenderían 
        el plano del comercio. Es posible que contribuyan a enmarcar otros aspectos 
        de estas relaciones bilaterales, incluso penetrando hondo en generar condiciones 
        para encarar controversias de antigua data. |