| Un nuevo escenario de negociaciones comerciales internacionales está 
        emergiendo en el horizonte global. En tal sentido, las negociaciones de 
        mega-acuerdos comerciales preferenciales interregionales (el Trans-Pacific 
        Partnership-TPP y el Regional Comprehensive Economic Partnership-RECEP), 
        a los que se ha sumado el Transatlantic Trade and Investment Partnership 
        (TATIP) -que tendría más relevancia económica y geo-política 
        por involucrar a los EEUU y a la UE-, son los vectores principales de 
        los cambios que están emergiendo. Ellas pueden ser percibidas o 
        como reflejo del estancamiento de las negociaciones comerciales multilaterales 
        en la OMC o como una de sus causas. Es razonable formular la pregunta 
        de cuál sería el futuro de la Rueda Doha o de un replanteo 
        realista de sus objetivos que permita preservar su enfoque comprehensivo- 
        si todo el peso político de los EEUU y la UE se volcara a apoyar 
        su conclusión. Tales negociaciones reflejan similares objetivos en espacios interregionales 
        con fuerte densidad geopolítica. En la visión de sus impulsores 
        procuran lograr, a través de acuerdos comerciales preferenciales, 
        lo que por el momento no parecería alcanzable en el marco multilateral 
        de la OMC. O sea, algo ambicioso, comprehensivo, flexible y de alta calidad. 
        Por un lado, pretenden incorporar al acervo de compromisos internacionales 
        una amplia eliminación de aranceles y de otras restricciones al 
        comercio de bienes, y también procurar una mayor nivelación 
        del campo de juego en materia de marcos regulatorios, por ejemplo, relacionados 
        con normas técnicas o con aquellas que aspiran a garantizar la 
        calidad de los alimentos. Por otro lado, intentan avanzar mucho más 
        de lo que sería viable hoy en el marco multilateral, especialmente 
        en materia de servicios, inversiones, propiedad intelectual y compras 
        públicas. Además estos acuerdos aspirarían a señalizar, 
        por el ejemplo, lo que tendrían que ser en la visión de 
        sus promotores, las disciplinas colectivas multilaterales en un mundo 
        multipolar, en el que el comercio y las inversiones se canalizan cada 
        vez más en el ámbito de cadenas transnacionales de valor. 
       Ninguna de estas negociaciones preferenciales interregionales será 
        fácil. Pueden fracasar. Por algo el fantasma del ALCA flota en 
        el ambiente. El TPP se concluiría en octubre próximo. Al 
        menos por ahora. Sobre el TATIP lo que se anunció es el inicio 
        de procedimientos internos en ambas partes para comenzar a negociar lo 
        más pronto posible. La Comisión Europea espera tener el 
        mandato aprobado en el primer semestre del año. Son negociaciones con muchos nudos a desatar. Algunos son muy sensibles. 
        La cuestión agrícola es uno, al menos en el espacio transatlántico. 
        La protección de la propiedad intelectual es otro, al menos en 
        el espacio transpacífico. Pero hay muchos otros que pondrán 
        a prueba la expresión de que también en las negociaciones 
        comerciales el diablo está en los detalles. Sus objetivos 
        son tan ambiciosos y complejos, que podrían tener razón 
        quienes sostienen que con que consigamos la mitad ya sería 
        mucho. Lo importante a destacar es que como sostuviera Pascal Lamy, el Director 
        General de la OMC, la geopolítica ha retornado a la mesa 
        del comercio. Ya en la creación del GATT, el impulso provino 
        de la política exterior de grandes potencias  especialmente 
        EEUU- interesadas en detener la expansión soviética. Luego 
        la Rueda Doha se lanzó en el clima traumático post- 9-11. 
        A pesar de la ilusión que a veces suele predominar en el sentido 
        de que sólo son factores económicos los que movilizan las 
        estrategias comerciales externas, está claro que es en la actual 
        redistribución del poder mundial, donde deben rastrearse factores 
        que impulsan a la proliferación de los acuerdos preferenciales 
        interregionales. Pero teniendo en cuenta el debilitamiento del marco multilateral 
        de la OMC, la gran duda que habrá que despejar es sobre si tal 
        proliferación, contribuirá o no a los objetivos de gobernanza 
        global.  Sumadas tales negociaciones a los TLC que la UE negocia, entre otros, 
        con India, con Japón y con Canadá, de concluirse los respectivos 
        acuerdos producirían cambios profundos en el comercio mundial. 
        Las negociaciones comerciales preferenciales entre países que por 
        su dimensión económica son protagonistas relevantes de la 
        competencia económica global, si es que concluyen exitosamente, 
        pueden tener una fuerte incidencia en el diseño del mapa del comercio 
        internacional y, quizás también, en el del poder mundial. 
        Sus resultados no serían indiferentes para ningún país, 
        aún cuando no sean parte de algunos de los acuerdos. En sectores 
        densos en productos y servicios inteligentes, los efectos de estos nuevos 
        acuerdos podrían ser significativos. Incluso pueden acentuarse 
        efectos de demostración en socios del Mercosur. Algunos de ellos 
        ya se han manifestado en el Brasil.  De allí que ellas tengan que ser seguidas de cerca por otros países 
        y empresas con inserción activa en los mercados mundiales, aún 
        cuando no participen directamente en una específica negociación. 
        Y ello es así dado que se sabe que en el diseño de las reglas 
        de juego del comercio mundial del mañana se definen ganadores y 
        perdedores del futuro, con todas las implicancias políticas que 
        ello tiene a la hora de competir por el acceso o la presencia en aquellos 
        mercados que sean, especialmente, los más atractivos. Y dado que 
        también se sabe que en una época de proliferación 
        de cadenas globales de valor el comercio del mañana comienza por 
        las inversiones productivas del hoy, los efectos en un país y en 
        sus empresas de las negociaciones comerciales preferenciales en curso, 
        aún cuando en ellas no participe el respectivo país, pueden 
        notarse incluso en el muy corto plazo.  El seguimiento de tales negociaciones preferenciales interregionales, 
        con sus potenciales efectos de fragmentación del sistema comercial 
        multilateral, es uno de los frentes entonces en los que se requerirá 
        en nuestro país una más intensa y eficiente cooperación 
        público-empresaria-académica, a fin de generar la inteligencia 
        competitiva que requerirá navegar el nuevo contexto global en el 
        que tendrá que insertarse la capacidad del país para proyectar 
        al mundo bienes y servicios densos en valor agregado intelectual.  |