| Adaptación a nuevas realidades y flexibilidad ante contingencias, 
        son una exigencia para las reglas de juego originadas en los acuerdos 
        comerciales internacionales. De lo contrario, la dinámica de profundas 
        transformaciones y las recurrentes crisis, tanto globales como regionales, 
        pueden alterar el equilibrio de intereses que sustenta cada acuerdo y 
        sus reglas. En tal caso, la ruptura de los necesarios equilibrios resulta 
        en una erosión gradual pero persistente de la eficacia y legitimidad 
        social del respectivo ámbito institucional. Ello es más notorio actualmente en el caso del Mercosur. También 
        podría ocurrir en el de la OMC (Organización Mundial del 
        Comercio). Ambos son ámbitos institucionales con marcada incidencia 
        en el comercio exterior argentino. La tensión dialéctica entre realidades y reglas se manifiesta 
        especialmente en dos situaciones. Una es la de las transformaciones resultantes 
        del desplazamiento de poder económico relativo entre los países 
        miembros de un acuerdo comercial. Suelen tardar en tornarse evidentes. 
        Pero cuando maduran alteran los mapas tanto de la competencia económica 
        internacional como de las negociaciones comerciales. Es lo que está 
        ocurriendo hoy en el plano global con el evidente resurgimiento de China 
        e India como protagonistas relevantes del comercio internacional, condición 
        adquirida también por otras economías emergentes. Las reglas y los métodos de trabajo de la OMC fueron diseñados 
        para un mundo que está desapareciendo vertiginosamente. Lo mismo 
        puede constatarse en el caso del Mercosur, dado los cambios que en la 
        región y en el mundo se han producido desde que fuera creado. La otra situación se presenta en períodos de crisis económica, 
        sea ella internacional o interna a un determinado país. En tales 
        períodos, uno o más países miembros de un acuerdo 
        comercial necesitan adoptar medidas defensivas de sus intereses, las que 
        eventualmente pueden entrar en colisión con las reglas de juego 
        vigentes. La insuficiencia de válvulas de escape en el respectivo 
        acuerdo -tal el caso de la OMC- o su inexistencia -tal el caso del Mercosur-pueden 
        conducir entonces a situaciones de abierta contradicción entre 
        las medidas que se adoptan y los compromisos internacionales asumidos. 
        Si son numerosas, los mecanismos de solución de controversia pueden 
        ser ineficaces.  De allí que es acertada la selección del tema central del 
        reciente informe de la OMC sobre el comercio mundial (www.wto.org). Trata 
        de la necesaria flexibilidad de las reglas pactadas a fin de contemplar 
        distintas contingencias originadas en la evolución de la economía 
        internacional. ¿Son suficientes las actuales válvulas de 
        escape previstas por las reglas de la OMC teniendo en cuenta los efectos 
        de la actual crisis global en particular en los países en desarrollo? 
        Es ésta una pregunta que merece una atención especial, teniendo 
        en cuenta las tendencias proteccionistas que se observan en muchos países 
        como consecuencia de la crisis global. Para preservar el equilibrio de intereses que sustenta a las reglas de 
        juego del comercio internacional, se requiere entonces adaptarlas a las 
        nuevas realidades y dotarlas de mayor flexibilidad frente a contingencias. 
        La OMC cuenta ahora con un primer diagnóstico técnico al 
        menos respecto de la cuestión de la flexibilidad. Además 
        tiene previsto un foro en el cual los países podrán debatir 
        cómo abordar tales planos de acción. Es la próxima 
        Conferencia Ministerial a realizarse en Ginebra a fines de noviembre. 
        Nada similar se observa en el horizonte del Mercosur. Sin embargo, un 
        debate en profundidad sobre la adaptación y flexibilidad de sus 
        reglas de juego, que no quede limitado a los gobiernos, parecería 
        ser indispensable si se quiere rescatar un proyecto de integración 
        que sigue teniendo un profundo sentido estratégico. |