| La evolución del comercio mundial en los próximos meses, 
        de concretarse un escenario de recesión y deflación en las 
        principales economías, acentuaría tendencias ya manifiestas 
        a distintas modalidades proteccionistas. Condicionaría las prioridades 
        en la agenda 2009 de la Organización Mundial del Comercio (OMC). 
       Algunas de esas modalidades aprovecharían el margen que brindan 
        los límites a la discrecionalidad en sus políticas comerciales 
        que los países han asumido en la OMC. En muchos casos los techos 
        existentes son muy altos. Resultan de las diferencias existentes entre 
        aranceles consolidados y aplicados. Y también entre subsidios a 
        la agricultura que se otorgan y los que pueden otorgarse sin violar compromisos 
        vigentes. Quizás el efecto más negativo de los sucesivos 
        fracasos en concluir la Rueda Doha consista, precisamente, en que se perdieron 
        oportunidades para bajar esos techos.  Otras modalidades pueden ser una consecuencia -no necesariamente deseada- 
        de medidas que en muchos países están aplicando para contrarrestar 
        los efectos recesivos de la actual crisis económica. Se originan 
        en políticas públicas, pero también en estrategias 
        defensivas de empresas que producen simultáneamente en diversos 
        países. El sector automotriz es un ejemplo. No es el único. 
        Si se acentuara la recesión, los efectos de una suerte de 'sálvese 
        quien pueda' pueden alcanzar, como ya ocurriera en el pasado, niveles 
        peligrosos para el comercio mundial. Pueden incluso tener impactos desestabilizadores 
        en el plano político de países y de regiones. El sólo hecho que tal escenario sea factible, torna más 
        importante preservar y fortalecer el sistema de la OMC. A través 
        de los sesenta años transcurridos desde su creación con 
        el GATT, uno de sus aportes principales ha sido el de introducir un cierto 
        grado de disciplina en las políticas comerciales de los países 
        miembros. Es lo que permite tornar previsibles las reglas de juego que 
        inciden en el intercambio mundial de bienes y de servicios. Beneficia 
        a los países con mayor poder económico. Pero también 
        beneficia a países como el nuestro, con una baja participación 
        relativa en el comercio internacional. La Rueda Doha sigue siendo un objetivo prioritario de la OMC. En diciembre 
        pasado, los negociadores en Ginebra no pudieron cumplir con el mandato 
        de la Cumbre de Washington del G20. Ello no contribuye a la credibilidad 
        de los demás compromisos allí asumidos. Los pronósticos 
        sobre que tal objetivo pueda alcanzarse en el 2009 son cautelosos. Para 
        un cuadro más preciso al respecto se esperan señales creíbles 
        que surjan del nuevo gobierno americano. Concluir con las actuales negociaciones 
        comerciales significaría enviar señales positivas para la 
        eficacia del sistema, aún cuando los resultados que se obtengan 
        no se ajusten a los grados de ambición imaginados en el 2001.  En todo caso, sería recomendable que sin debilitar tal objetivo, 
        los países enriquezcan la agenda 2009 de la OMC. Poner el acento 
        en las medidas de facilitación del comercio y de ayuda al comercio, 
        si bien necesario, puede no ser suficiente si es que el cuadro mundial 
        continúa deteriorándose.  Los efectos combinados de un escenario en el que no se pueda concluir 
        la Rueda Doha, se acentúen las tendencias a viejas y nuevas modalidades 
        de proteccionismo y, a la vez, se multipliquen los acuerdos comerciales 
        preferenciales y, por ende, discriminatorios, tendrían que tener 
        en la OMC un foro activo de análisis y debate franco entre todos 
        los países miembros. A tal efecto, dos mecanismos de trabajo deben 
        ser utilizados. Uno es el de la Conferencia Ministerial que corresponde 
        celebrar este año. No podría limitarse a la Rueda Doha. 
        El otro es el de la revista general de la evolución del entorno 
        comercial internacional, previsto en el punto G del Anexo III de los Acuerdos 
        de Marrakech. Ambos, combinados, pueden brindar el ámbito para 
        procurar respuestas sistémicas a problemas que son colectivos. |