| China, India y Rusia, con su fuerte presencia pusieron de manifiesto 
        que ocupan un lugar importante en el escenario global. Y que lo harán 
        valer. Pero quedó claro que no son los únicos. Varias otras 
        naciones emergentes -algunas presentes en Davos, otras ausentes - configuran 
        una nueva realidad del poder mundial. Se caracterizan por tener suficiente 
        masa crítica (dimensión económica, recursos naturales, 
        población), vocación de protagonismo y estrategias de largo 
        plazo. Es una nueva realidad que no implica que los viejos protagonistas hayan 
        dejado de serlo. Sería un serio error creer eso. Pero sí 
        significa que al encarar los problemas más serios de la agenda 
        internacional, viejos y nuevos protagonistas tienen desafíos comunes. 
        Genera la necesidad de redefinir las instituciones de cooperación 
        internacional. Entre otras, el Consejo de Seguridad de la ONU, el FMI, 
        el G8 -es decir las organizaciones y mecanismos originados en el mundo 
        del siglo XX, que no existe más-, tendrán que reformarse 
        para incorporar en un plano de igualdad a los protagonistas más 
        relevantes del siglo XXI. Por el momento muy particular en se desarrolló, Davos permitió 
        tener claro tres planos principales en el que se manifiestan profundas 
        mutaciones de la realidad internacional. Son el financiero, el de la economía 
        real y el político. Los tres están vinculados entre sí. 
        No entenderlo así, aislar en el análisis sólo lo 
        que ocurra en un plano -por ejemplo el financiero-, desconocer los vasos 
        comunicantes que entre ellos existen, puede conducir a errores de apreciación 
        y, peor aún, a respuestas insuficientes. En el plano financiero predomina la niebla. Se han introducido diferentes 
        virus y es difícil precisar sus alcances. El que un ignoto operador 
        de un banco internacional haya hecho temblar el sistema es todo un indicador 
        de lo que no funciona. Lo que está claro ahora es que los problemas 
        son serios, que sus alcances son imprecisos, que es difícil imaginar 
        que no sean globales y que ponen en evidencia fallas sistémicas 
        profundas resultantes de baja transparencia, de insuficiencias reguladoras 
        y de control. Las deficiencias son más evidentes en la capacidad 
        para evaluar y pronosticar riesgos financieros. Afectan la credibilidad 
        de la información financiera y por ende de los propios mercados. En el plano económico predominan los desplazamientos del poder 
        relativo. Es en este plano donde el protagonismo de economías emergentes 
        -o re-emergentes en términos históricos- cobra toda su importancia. 
        La incorporación de millones de nuevos consumidores y trabajadores 
        a la competencia económica global, significa una revolución 
        profunda que recién comienza a evidenciar todos sus efectos. Se 
        refleja en la demanda de materias primas, en los cada vez más evidentes 
        problemas de insuficiencias de oferta y, en particular, en la importancia 
        creciente que tienen empresas internacionales -incluso financieras-con 
        epicentro en economías emergentes. En el plano político predominan las deficiencias de los mecanismos 
        existentes para estructurar las necesarias respuestas colectivas a problemas 
        que también lo son. Incorporar a más protagonistas en la 
        mesa de las decisiones pasa por ser una de las principales prioridades 
        a escala global. Y no como convidados para después de la 
        cena, como señalara acertadamente en estos días el 
        Presidente Lula, refiriéndose al funcionamiento del G8. Varios vasos comunicantes vinculan a estos tres planos entre sí. 
        Los más evidentes son el papel relevante de los fondos soberanos, 
        el precio de las materias primas y el costo de la mano de obra y, quizás 
        el más importante, la confianza de ahorristas, inversores, consumidores 
        y, en especial, de los ciudadanos. |