| ¿Será una transición pacífica? y, en todo 
        caso, ¿transición hacia donde? Son preguntas que estaban 
        en el aire. Pero que se han hecho evidentes con la intervención 
        quirúrgica a la que fue sometido Fidel Castro. Tiene ochenta años, 
        está enfermo y, mientras viva, no podrá evitar que la cuestión 
        de lo que viene luego de él, domine la agenda política de 
        los cubanos. Pero también dominará la de la política hemisférica 
        e, incluso la latinoamericana. Salvo el de México -país 
        clave en esta cuestión- en la reciente Cumbre de Córdoba 
        estuvieron casi todos los protagonistas relevantes del contexto regional 
        de una transición que, como mínimo, será difícil 
        y controvertida. Nunca nadie podrá afirmar cuando terminó el franquismo 
        y cuándo empezó la democracia. Así definió 
        un protagonista de la transición española, Enrique Tierno 
        Galván, lo que fue la esencia de la gestación y parto de 
        una democratización exitosa. ¿Lo será también en el caso de la transición 
        cubana? ¿Será la resultante una democracia estable en una 
        isla con notorias fracturas en su sociedad?  La inserción en Europa facilitó en mucho la transición 
        española. ¿Podrán jugar los países del sistema 
        iberoamericano -entre los cuales España- y los latinoamericanos 
        -entre los cuales los del Mercosur ampliado- un papel similar para asegurar 
        en Cuba una transición pacífica hacia la democracia en la 
        más grande isla caribeña? Son preguntas que se irán respondiendo en los próximos 
        meses -quizás, en los próximos días o semanas- y 
        que pondrán a prueba la solidez de las convicciones democráticas 
        de los países del Mercosur y la eficacia de su acción conjunta. 
        En cierta forma puede afirmarse que al Mercosur político le está 
        llegando una prueba de fuego. |