|  Las tareas bi-regionales conjuntas en el camino que conduce de Viena 
        a Lima  En el plano de sus relaciones bi-regionales y tras la reciente Cumbre 
        de Viena, los países de la Unión Europea y los de América 
        Latina y el Caribe, tienen al menos dos tareas conjuntas hacia el futuro. 
        
 Ellas son complementarias de las que se desarrollen en el plano de los 
        acuerdos de asociación ya concluidos o las orientadas a concluir 
        los acuerdos en curso de negociación, con Centroamérica, 
        la Comunidad Andina de Naciones y el Mercosur.
 
 También lo son de aquellas que se canalizan a través de 
        las relaciones bilaterales entre la Comisión Europea y cada país 
        latinoamericano - como por ejemplo, la que se reflejó en la visita 
        que en el mes de junio último efectuara a Brasilia el Presidente 
        Durán Barroso (www.mre.gov.br) - y, por cierto, a través 
        de las relaciones bilaterales de cada país miembro de la Unión 
        Europea con cada país latinoamericano.
 
 La primera tarea conjunta a señalar, es la del seguimiento de resultados 
        de la última Cumbre y de mandatos incluidos en la Declaración 
        de Viena (ver su texto en http://europa.eu/index_es.htm).
 
 La segunda es la de preparar bien la próxima Cumbre de Lima, a 
        realizarse en el primer semestre de 2008, a fin de asegurar que ella permita 
        producir avances concretos en la construcción de una asociación 
        estratégica entre ambas regiones.
 
 No son tareas que incumben sólo a las instancias oficiales. Por 
        el contrario, es probablemente desde la sociedad civil y sus organizaciones 
        donde se podrán, con más eficacia, desarrollar acciones 
        que impulsen y faciliten el logro de los objetivos perseguidos.
 
 La participación de la ciudadanía y de los intereses concretos 
        de las respectivas sociedades civiles puede ser, en todo caso, un elemento 
        que distinga al proceso preparatorio de la Cumbre de Lima. Ella puede 
        nutrir de innovación y fuerza a un proceso que no debería 
        quedar limitado sólo al eventual - y a veces discontinuo - impulso 
        de instancias oficiales.
 
 Es precisamente en la medida que Lima sea la culminación de un 
        proceso que se desarrolle con mucha anticipación y con la participación 
        activa de la sociedad civil, que puede esperarse que la Cumbre aporte 
        elementos originales y sustantivos en la construcción de una asociación 
        estratégica, que sea eficaz y que cuente con legitimidad social.
 
 Al menos cuatro preguntas relevantes surgen cuando se piensa en el trayecto 
        inter-Cumbres que debería permitir unir Viena con Lima.
 
 Ellas son:
 
        ¿Qué lecciones pueden extraerse de la experiencia acumulada 
          en las cuatro Cumbres bi-regionales realizadas hasta el presente entre 
          los países de América Latina y el Caribe y los de la Unión 
          Europea? 
 
¿Qué indican ellas en cuanto a cómo preparar 
          bien la próxima Cumbre a realizarse en Lima en el primer semestre 
          de 2008? 
 
¿Cómo lograr una mayor participación de la sociedad 
          civil en el período inter-Cumbres y, en general, en la construcción 
          de la asociación estratégica bi-regional? 
 
¿Cómo sustentar tal construcción en un cada vez 
          más denso tejido de redes sociales que puedan no sólo 
          tornarla irreversible pero, sobre todo, dotarla de eficacia y de suficiente 
          legitimidad social? Son éstas preguntas relevantes por varias razones: 
        Las Cumbres bi-regionales se han transformado en el principal ámbito 
          conjunto del diálogo político al más alto nivel 
          entre los países latinoamericanos y los de la Unión Europea.
 
Son, además, el punto focal del impulso político necesario 
          para lograr el objetivo perseguido de una asociación estratégica 
          bi-regional; objetivo éste que formalmente continua siendo valorado 
          por ambas regiones.
 
Ellas reflejan y simbolizan la existencia de un espacio diferenciado 
          dentro del sistema internacional global, así como en el contexto 
          más amplio de la inserción internacional de cada una de 
          las dos regiones y de los países que las componen. 
 
La experiencia demuestra que este tipo de Cumbres tienen resultados 
          concretos, en la medida que se inserten en un proceso previo de preparación 
          y posterior seguimiento de sus mandatos.
 
El tejido de redes sociales y de intereses cruzados - no sólo 
          económicos - ha demostrado ser en la experiencia, incluso de 
          la propia Unión Europea, un elemento central en la preservación 
          dentro de un subsistema internacional - sea regional o bi-regional -, 
          de la lógica de integración frente a las siempre presente 
          fuerzas que impulsan a la fragmentación y al predominio del conflicto. Por razones de espacio, en estos apuntes sólo introduciremos consideraciones 
        en torno a las dos primeras preguntas. Ello sin perjuicio de la atención 
        prioritaria que en nuestra opinión requieren las otras dos preguntas 
        formuladas más arriba. Las abordaremos entonces en otra oportunidad. ¿Qué lecciones surge del camino recorrido desde la Cumbre 
        de Río de Janeiro?  Son ya cuatro las Cumbres realizadas entre la Unión Europea y 
        los países de América Latina y el Caribe [1]. Ellas tuvieron 
        lugar en Río de Janeiro (1999), Madrid (2002), Guadalajara (2004) 
        y Viena (2006). 
 Este sistema de Cumbres bi-regionales ha sido impulsado por la UE. En 
        ellas participan los jefes de Estado y de Gobierno de los países 
        de América Latina y del Caribe (ALC), los de la Unión Europea 
        y el Presidente de la Comisión Europea. Constituyen la instancia 
        de alto nivel político a fin de desarrollar la idea de una asociación 
        estratégica entre los países de ALC y la UE. Es una idea 
        que tiene uno de sus pilares centrales en el desarrollo de un marco que 
        permita profundizar, con sentido político, las relaciones económicas 
        bi-regionales a través del desarrollo de una red de acuerdos de 
        asociación estratégica de la UE con países y grupos 
        de países de ALC.
 
 Lo concreto es que a partir de la Cumbre de Río de Janeiro en 1999, 
        las dos regiones canalizan el impulso político a la idea de una 
        asociación estratégica bi-regional en el marco amplio de 
        estos encuentros periódicos de alto nivel político, de los 
        cuales se esperan que surjan definiciones estratégicas y, eventualmente, 
        hojas de ruta que aspiran a incidir en la intensificación de las 
        relaciones económicas y de las acciones de cooperación económica, 
        especialmente originadas -estas últimas- en la UE y en sus países 
        miembros.
 
 Las críticas que se observan en cuanto a la eficacia de este sistema 
        de Cumbres. se basan en la percepción de una cierta tendencia - 
        en ocasión de su realización - a la diplomacia mediática 
        o de efectos especiales -esto es, una necesidad significativa de producir 
        noticias de algún impacto inmediato y no necesariamente, compromisos 
        políticos que por su contenido jurídico sean exigibles- 
        y, en particular, en la alta variedad de situaciones reflejadas en cada 
        Cumbre, resultante en particular, de la heterogeneidad y fuertes diversidades 
        entre el peso relativo de los protagonistas, y en el grado de organización 
        interna de cada región.
 
 Cabe tener presente que el espacio europeo está organizado en torno 
        a la UE, que en el plano de las relaciones comerciales habla con una sola 
        voz y que en relación a otros pilares de la relación interregional, 
        como por ejemplo, en el político y en el de la seguridad, presenta 
        un cuadro de creciente aunque a veces difícil coordinación.
 
 A su vez, el espacio latinoamericano, no cuenta con un mínimo de 
        organización que le permita expresarse con una sola voz o con un 
        razonable grado de coordinación, ni menos aún, con una estrategia 
        conjunta. El espacio latinoamericano es, en tal sentido, un conglomerado 
        de marcada heterogeneidad, casi un mosaico de evidentes diversidades, 
        cuando no de contradicciones. No constituye por cierto como tal, un interlocutor 
        válido en el plano de las negociaciones comerciales. En la preparación 
        de cada Cumbre, este espacio se coordina en un grupo de altos funcionarios 
        y a través de sus representantes en Bruselas.
 
 Lo concreto es que el sistema de Cumbres bi-regionales periódicas 
        es, por ahora el principal marco -sino el único-, para el desarrollo 
        de una dimensión institucional que permita impulsar las relaciones 
        económicas recíprocas y concretar la aparente voluntad política 
        de ambas regiones de trabajar juntas.
 
 Pero es un marco que también enfrenta desafíos en cuanto 
        a su relevancia, a su eficacia y a su credibilidad.
 
 En el plano de la relevancia, se observa precisamente el impacto de importantes 
        factores que están introduciendo significativos cambios tanto en 
        el mapa de la competencia económica global, como en el de las negociaciones 
        comerciales internacionales. Es un hecho, que ambas regiones comparten 
        ahora la prioridad de sus relaciones recíprocas con otros focos 
        de atención, especialmente en sus propios entornos contiguos, y 
        en el Asia.
 
 En el plano de la eficacia, los resultados obtenidos a partir de la Cumbre 
        de Río de Janeiro, distan de ser impactantes. El fracaso en el 
        cumplimiento de la meta de octubre 2004 en las negociaciones entre el 
        Mercosur y la Unión Europea, es una de las evidencias al respecto. 
        En términos de construcción de una asociación estratégica 
        bi-regional, lo más significativo de los últimos años, 
        fue el acuerdo de libre comercio con Chile, que siguió al que antes 
        se concluyera con México.
 
 Y en el plano de la credibilidad, quizás por el surgimiento de 
        otras prioridades y por los magros resultados alcanzados hasta el presente, 
        no se observan muchos indicios de que ciudadanos, inversores y terceros 
        países, estimen como posible el que la idea de la asociación 
        estratégica bi-regional se pueda traducir en hechos significativos, 
        al menos en un horizonte razonable.
 
 ¿Es que la construcción de asociación estratégica 
        bi-regional, especialmente en su pilar económico, está entrando 
        en una nueva etapa? Hay indicios de que sí. El punto de inflexión 
        sería el no haber podido concluir las negociaciones UE-Mercosur.
 
 Será, en tal caso una nueva etapa en la que parecería recomendable 
        comenzar con un serio esfuerzo de reflexión conjunta sobre los 
        nuevos desafíos que se encaran y sobre lo que indica la experiencia 
        acumulada en estos últimos años, especialmente en cuánto 
        a los métodos a emplear en la construcción del espacio económico 
        bi-regional. Ello es así, sobre todo si se procura obtener en plazos 
        razonables, las ganancias de relevancia, de eficacia y de credibilidad, 
        que han escaseado hasta el presente.
 
 Y tal reflexión conjunta puede ser más necesaria aún, 
        teniendo en cuenta que se comienza a observar en el espacio bi-regional 
        una cierta tendencia a procurar en el plano bilateral lo que no se ha 
        podido avanzar en el plano multilateral a través la red de acuerdos 
        de asociación estratégica. Es una tendencia que puede ser 
        estimulada por la estrategia que en el plano comercial están siguiendo 
        los Estados Unidos con países latinoamericanos, tras el fracaso 
        del ALCA. Ella podría acentuarse si la Rueda Doha no alcanza sus 
        objetivos en los plazos previstos y se exacerba entonces, una competencia 
        entre los principales protagonistas del comercio mundial a concluir acuerdos 
        comerciales preferenciales que son, en su esencia, discriminatorios.
 
 Lo concreto es que de la lectura de las Declaraciones producidas por las 
        cuatro Cumbres realizadas, no surge con claridad un hilo conductor de 
        una estrategia bi-regional, ni menos aún, una hoja de ruta que 
        indique con cierta precisión cómo se alcanzarán los 
        objetivos muy genéricos definidos. Las diferencias notorias en 
        el formato de presentación de las conclusiones de las Cumbres, 
        podrían reflejar la ausencia de una especie de Secretaría 
        Permanente bi-regional del sistema. Quizás el establecimiento de 
        tal Secretaría - como ya ha ocurrido en el sistema de Cumbres Iberoamericanas 
        - o de algún equivalente funcional transitorio, podría ser 
        uno de los aportes que se introduzca en el camino que debería conducir 
        de Viena a Lima.
 
 En general se estima que los objetivos definidos para tal asociación 
        estratégica son aún válidos y la relevancia potencial 
        sigue siendo significativa para ambas partes.
 
 Pero a su vez, las dos regiones participan en los múltiples espacios 
        de relaciones económicas que conforman el mapa más amplio 
        de la competencia global [2]. Conciliar en la práctica la aplicación 
        de un enfoque y de una estrategia de inserción internacional multi-espacial, 
        es quizás uno de los principales desafíos que enfrentan 
        hoy los gobiernos y las regiones organizadas en el espacio bi-regional.
 
 No son sólo los espacios de competencia económica los que 
        se multiplican. Lo son también los de las negociaciones comerciales 
        internacionales, que pueden ser visualizadas, por sus resultados prácticos, 
        como otros tantos ámbitos de producción normativa y de generación 
        de mecanismos que aseguren la aplicación de las reglas en materia 
        de comercio y de inversiones, así como la solución de conflictos 
        entre países miembros. De hecho, las negociaciones comerciales 
        entre la UE y países y esquemas de integración económica 
        en ALC, están explícitamente vinculadas con las que se desarrollan 
        en la OMC e implícitamente, con las que una y otra región, 
        desarrollan en sus respectivos espacios contiguos y con otras regiones 
        del mundo.
 
 Comprender entonces, la dinámica existente en el tejido de la compleja 
        red de acuerdos preferenciales de cada una de las dos regiones, así 
        como los factores que inciden en su evolución, es una cuestión 
        que merecerá en el futuro atención prioritaria de la otra 
        región.
 
 Las relaciones económicas entre ambas regiones se reflejan, prioritariamente, 
        en flujos de comercio de bienes y servicios, de inversión directa 
        y financieros, e incluso en movimientos migratorios. Pero se reflejan 
        también en su dimensión institucional, entendida especialmente 
        como los principios y conceptos; los métodos de trabajo; los procesos 
        de producción normativa; las reglas de juego, y las formas cómo 
        ellas son interpretadas y aplicadas, que inciden en la evolución 
        de los mencionados flujos y en las correspondientes estrategias empresarias.
 
 Por ello es, también, una dimensión relevante en la óptica 
        de empresas que adoptan decisiones de inversión productiva en función 
        de los mercados ampliados asegurados por los respectivos acuerdos gubernamentales, 
        sus políticas públicas e instrumentos reguladores. Son ellas, 
        finalmente, las que deben extraer consecuencias prácticas en sus 
        estrategias de competitividad global y regional, de las señales 
        emitidas por los gobiernos a través de los acuerdos en los que 
        se comprometen y de sus propias políticas públicas. En el 
        caso de la relación bi-regional UE-ALC, es precisamente la fuerte 
        presencia de empresas europeas en la región latinoamericana y, 
        especialmente, en el Mercosur, uno de los factores más relevantes 
        a la hora de trazar una estrategia de asociación que cuente con 
        el protagonismo activo de quienes participan, directa o indirectamente, 
        por ejemplo, como trabajadores y consumidores, en los flujos bi-regionales 
        de comercio e inversión.
 
 Al menos cuatro rasgos sobresalen en el actual cuadro de situación 
        mundial en cuyo contexto se desarrollará el camino que permitirá 
        vincular Viena con Lima en la construcción del espacio estratégico 
        bi-regional.
 Ellos son: 
        el predominio de las cuestiones globales de seguridad en las agendas 
          de las potencias centrales incluyendo por cierto la UE, así como 
          también una creciente incidencia de las cuestiones regionales 
          de seguridad en las de los países latinoamericanos;
 
la constante erosión de las fronteras entre las cuestiones 
          internas y las externas en las agendas políticas y económicas 
          de la mayoría de los países;
 
la perplejidad de los ciudadanos e incluso de los sectores dirigentes, 
          ante el nuevo cuadro de situación que se observa tanto en el 
          plano de la seguridad -la dificultad de identificar al enemigo- como 
          en el de la competencia económica global -los efectos ambivalentes 
          de la globalización, y sus impactos tanto sobre las identidades 
          nacionales como sobre el desplazamiento de las ventajas competitivas-, 
          y
 
el desgaste de los paradigmas dominantes en décadas anteriores, 
          tanto en el plano de la seguridad internacional como en el de la competencia 
          económica global y la organización de los sistemas económicos 
          y sociales. ¿Qué indican la experiencia ya acumulada, con respecto 
        a cuestiones a abordar en el proceso preparatorio de la Cumbre de Lima? 
        [3]
 A la luz de la experiencia acumulada en las Cumbres anteriores (Río 
        de Janeiro, Madrid, Guadalajara y Viena), parece posible efectuar las 
        siguientes recomendaciones para la etapa preparatoria de la próxima 
        Cumbre en Lima: 
        Realizar una correcta apreciación por parte de cada país 
          o grupo de países participantes, de lo que les conviene obtener 
          de la relación bi-regional - y por lo tanto de la próxima 
          Cumbre de Lima-, en la perspectiva de sus respectivos intereses nacionales 
          o sub-regionales, y de sus proyecciones multi-espaciales en la competencia 
          económica global.
 
Facilitar la preparación de la Cumbre con un portal interactivo 
          y especializado, que permita un efectivo seguimiento de los trabajos 
          preparatorios por parte de la sociedad civil y sus sectores representativos, 
          así como la canalización de sus propuestas.
 
Promover debates previos a la realización de la próxima 
          Cumbre, con fuerte participación de parlamentarios y empresarios, 
          así como de los medios académicos y de instituciones representativas 
          de la sociedad civil. 
 
Desarrollar una campaña de información y explicación 
          a la opinión pública sobre el sentido del sistema de Cumbres, 
          sus objetivos en relación a la construcción de una asociación 
          estratégica bi-regional y sobre las expectativas razonables en 
          torno a sus posibles resultados. ¿Cuáles deberían ser algunos temas sustantivos que 
        se introduzca en el necesario debate a realizarse en el proceso inter-Cumbres?
 Sin perjuicio de otras, se puede sugerir otorgar prioridad a las siguientes 
        cuestiones:
 
        Las políticas y mecanismos que permitan un efectivo fortalecimiento 
          de un sistema multilateral eficaz, tanto en el plano político 
          y de la seguridad, como en el del comercio internacional.
 
El seguimiento y evaluación de la metamorfosis que se observa 
          en los distintos procesos de integración en cada una de las regiones 
          y, especialmente en el espacio latinoamericano. Convendría considerar 
          los acuerdos que incluyen preferencias económicas y comerciales, 
          como también aquellos no preferenciales y los que tienen una 
          finalidad más política y que incluso aspiran a crear un 
          marco común para el desarrollo de la infraestructura física 
          de la región, como es el caso de la Comunidad Sudamericana de 
          Naciones. 
 El debate podría concentrarse en una apreciación sobre 
          las metodologías de integración aplicadas en la región 
          y sobre nuevas modalidades de trabajo conjunto - de geometría 
          variable y múltiples velocidades - que puedan incidir en una 
          mayor efectividad, eficacia y legitimidad social de los respectivos 
          procesos de integración. En tal perspectiva, cabría analizar 
          la experiencia acumulada en materia de órganos ejecutivos comunes, 
          de instituciones parlamentarias y de mecanismos de participación 
          social, incluyendo la cuestión de la transparencia en los procesos 
          de creación normativa
 
 Una pregunta central a examinar, podría ser ¿cuáles 
          son criterios políticos y económicos con los cuales apreciar 
          el grado de avance relativo de los distintos esquemas de integración?
 
 Se propone considerar dos criterios, entre otros: la consolidación 
          de la lógica de integración entre naciones vecinas por 
          contraposición al predominio de una lógica de fragmentación, 
          y la eficacia de cada esquema en generar un cuadro de ganancias mutuas 
          entre los países participantes, especialmente tomando en cuenta 
          diferencias en dimensiones y grados de desarrollo, así como sus 
          respectivos objetivos nacionales de consolidación democrática, 
          transformación productiva y equidad social, e inserción 
          competitiva en la economía global.
 
 En relación a esta pregunta convendría interrogarse sobre 
          el grado de legitimidad social de los respectivos acuerdos, especialmente 
          en la percepción que cada sociedad tenga sobre los beneficios 
          que ha obtenido del respectivo acuerdo, especialmente en el plano de 
          las inversiones productivas y de la creación de empleo.
 
 
El nuevo mapa de la competencia económica global, que con el 
          surgimiento de nuevos protagonistas como China e India, tiene y puede 
          tener en el futuro un fuerte impacto en la estrategia de inserción 
          externa de los países latinoamericanos. El objetivo será 
          examinar tal situación en las perspectivas de las distintas subregiones 
          de América Latina.
 El papel de países grandes de la región, pero también 
          de terceros países o bloques, especialmente en su competencia 
          por tener una mayor influencia política y económica en 
          la región o en determinadas subregiones, es una de las cuestiones 
          a examinar para entender bien la dinámica de los acuerdos de 
          integración y de las negociaciones comerciales internacionales, 
          así como sus perspectivas de desarrollo futuro.
 
 En relación a esta cuestión convendría pasar revista 
          al estado de avance de las negociaciones que países y grupos 
          de países desarrollan especialmente con los Estados Unidos y 
          con la UE - tanto los acuerdos ya concluidos como los que están 
          siendo negociados o próximos a serlo -, así como de las 
          negociaciones que países como Chile y México han desarrollado 
          - o están desarrollando - con países como Japón, 
          Corea del Sur y China, entre otros. Debería tomarse en cuenta, 
          asimismo, aquellos mecanismos o acuerdos comerciales que no tengan un 
          alcance preferencial.
 
 
Los mecanismos de cooperación y las reglas de juego que faciliten 
          los procesos de integración de cadenas de valor y la internacionalización 
          de empresas, especialmente de aquellas originadas en los países 
          ALC.
 
La incidencia de las cuestiones sociales en las agendas de los distintos 
          procesos de integración, así como también al progreso 
          alcanzado en los grados de participación social en la construcción 
          de los espacios de integración y en las negociaciones comerciales 
          de los países de la región.
 
Las nuevas fuentes de energía y de la seguridad en el acceso 
          a los respectivos mercados, por ser cada vez más relevantes en 
          las agendas de ambas regiones y campo propicio para el intercambio de 
          experiencias.
 
El impacto de la ampliación de la UE sobre ALC y sobre la prioridad 
          que se le otorga a la región. Tal cuestión podría 
          ser examinada en el marco de una apreciación de la eficacia de 
          las acciones de la UE por estimular y apoyar los procesos de integración 
          de la región, a través de mecanismos de cooperación 
          económica y de su política de tejer una red de acuerdos 
          de asociación estratégica. 
 
El potencial de cooperación trilateral que existe, especialmente 
          a través de acciones conjuntas de la UE con los países 
          de mayor desarrollo de la región, a favor de las economías 
          más pequeñas y de menor desarrollo relativo. Esta cuestión 
          debería ser abordada en el contexto más amplio de uno 
          de los problemas más sensibles de los procesos de integración 
          regional - especialmente en el ámbito del Mercosur - cuál 
          es la de la distribución de sus beneficios tomando en cuenta 
          pronunciadas asimetrías existentes resultantes de diferencias 
          de dimensión económica relativa y grados desarrollo entre 
          los países participantes. 
 [1] Este apartado está basado en el artículo del autor, 
        "Latinoamérica y la Unión Europea en un mundo de arenas 
        movedizas: aportes al análisis del estado actual y del futuro de 
        las relaciones económicas bi-regionales", Informe elaborado 
        para el Observatorio de las Relaciones Unión Europea-América 
        Latina (OBREAL/EULARO) y presentado en su conferencia inaugural, realizada 
        en Barcelona el 3 y 4 de febrero de 2005 (ver su texto, como otros del 
        autor, en www.fpena.fundacionbankboston.edu.ar). [2] Ver al respecto el artículo del autor, "La compleja red 
        de Cumbres Presidenciales: reflexiones sobre el sentido y la eficacia 
        de la diplomacia presidencial multilateral y multi-espacial en el caso 
        de los países sudamericanos. Su dimensión económica", 
        en Revista América Latina Hoy, Universidad de Salamanca, 2005. [3] Este apartado complementa el trabajo del autor "Aportes a una 
        visión prospectiva sobre formas de cooperación duradera 
        entre América Latina y la Unión Europea", presentado 
        en el Seminario Unión Europea y América Latina: caminos 
        para una nueva agenda", organizado por la Fundaçión 
        Konrad Adenauer junto con la Universidad de Brasilia y el Centro Brasileño 
        de Relaciones Internacionales (CEBRI), en Brasilia los días 22 
        y 23 de mayo 2006.  |