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    | Coloquio Anual de IDEA | 10 de 
      noviembre de 2004 |  
   
    | Comercio Exterior e inserción competitiva en la economía 
        mundial: Apuntes para el debate sobre una agenda para la sociedad argentina |   
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    |  El objetivo principal de estos apuntes es facilitar un necesario 
        debate sobre el comercio exterior y la inserción competitiva de 
        la Argentina en la economía mundial.
 Para datos estadísticos y un análisis reciente sobre el 
        comercio exterior argentino en el período post-convertibilidad, 
        se recomiendan los siguientes artículos: Marcela Cristini, "Las 
        exportaciones argentinas después de la devaluación y el 
        default: un sendero despejado?, en Boletín Informativo Techint, 
        nº 311, Enero-Abril 2003, ps 25-51, y Gustavo Svarzman y Ricardo 
        Rozemberg, "El escenario post convertibilidad y la viabilidad de 
        un despegue exportador: un análisis de los condicionantes macro 
        y macroeconómicos", en Boletín Informativo Techint, 
        nº 313, Enero-Abril 2004, ps 25-48. Además ver los estudios 
        recientes e informes periódicos producidos por el Centro de Estudios 
        de la Producción, www.mecon.gov.ar/sicym/industria/cep/default1.htm 
        y los del Centro de Economía Internacional, www.cei.mrecic.gov.ar/home.htm. 
        Para un seguimiento de las negociaciones comerciales internacionales en 
        una perspectiva de la agricultura argentina,, ver el Boletín del 
        Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales, www.inai.org.ar/boletin.htm.
 
 Para datos estadísticos globales, y análisis e información 
        reciente sobre el comercio internacional y la competencia económica 
        global, se recomiendan los siguientes informes: WTO, "World Trade 
        Report, 2004", en www.wto.org ; UNCTAD, "Trade and Development 
        Report, 2004" y "World Investment Report, 2004", en www.unctad.org
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    | 1. La proyección al mundo de la capacidad de producir bienes 
        y de prestar servicios, es una de las cuestiones prioritarias de la agenda 
        de la sociedad argentina.
 Es crecientemente reconocida como una de las cuestiones que requieren 
        de una política de Estado, con los componentes de legitimidad social, 
        eficacia y continuidad que se necesitan para lograrla.
 
 Los cambios que se están operando en la competencia económica 
        global, así como la propia opción de los argentinos por 
        una sociedad abierta, pluralista, moderna y democrática, han contribuido 
        a reinstalar en la agenda nacional la cuestión de su inserción 
        internacional, como una de las condiciones para satisfacer las expectativas 
        de bienestar de toda la población.
 
 Es una cuestión que requerirá en el futuro mucho debate 
        social, sobre cómo tener éxito en la inserción competitiva 
        en el mundo y sobre cómo concertar los esfuerzos de toda la sociedad 
        en el objetivo de lograr tal éxito.
 
 Las experiencias pasadas del país así como la de otros países 
        similares -en la propia región latinoamericana, en el Asia y, más 
        recientemente, en la Europa del Mediterráneo, Central y del Este, 
        así como en países como Australia, Nueva Zelandia, y del 
        África del Mediterráneo y del Sur-, ponen de manifiesto 
        que es una cuestión que no sólo requiere la movilización 
        de todas las energías sociales, sino que además, puede contribuir 
        a introducir factores positivos de cohesión social.
 
 Incluso la cohesión social - junto con la estabilidad en las políticas 
        públicas y en las condiciones macro-económicas; la calidad 
        de la organización y una visión optimista de las oportunidades 
        que se generan en el entorno internacional -, es reconocida como uno de 
        los factores claves en la capacidad de un país para competir con 
        éxito en los mercados mundiales.
 
 La cultura de la inserción económica internacional y del 
        comercio exterior, aparece entonces como indisociable de la de la democracia 
        y la equidad en una sociedad abierta.
 
 En el caso de la Argentina y sin perjuicio de otras, ello se debe además 
        a por lo menos tres necesidades prácticas:
 
        la de mantener un nivel creciente de importaciones, especialmente 
          de insumos y de bienes de capital, a fin de asegurar una continua expansión 
          y modernización de la capacidad productiva del país;
 
la de superar las limitaciones de demanda resultantes de un mercado 
          de dimensión relativa reducida y poco relevante en el comercio 
          mundial, y
 
la de aprovechar plenamente las ventajas competitivas que pueden desarrollarse 
          en el país, en especial como consecuencia de su particular dotación 
          de recursos naturales y humanos.  2. ¿Qué se puede observar como destacable en la experiencia 
        acumulada por el país en materia de exportaciones en las últimas 
        décadas? 
 Se observa un cuadro de situación con los siguientes rasgos dominantes:
 
        fuerte concentración de las exportaciones en un número 
          reducido de productos, en su mayoría no diferenciados y en un 
          número también reducido de empresas, en su mayor parte 
          grandes;
 
limitada experiencia en la exportación de servicios, especialmente 
          los que pueden ser transables a escala internacional como resultante 
          de las nuevas tecnologías de la información;
 
elevada vulnerabilidad a las fluctuaciones en los precios de los commodities;
 
pocas regiones del país con producción exportable actual 
          y, a la vez, muchas con producción exportable potencial, y
 
pocas empresas nacionales internacionalizadas, esto es, con actividades 
          productivas o de prestación de servicios localizadas en distintos 
          mercados externos. 3. 3. ¿Cuáles son los principales rasgos a destacar 
        en materia de comercio exterior y especialmente de exportaciones, considerando 
        tanto el período de la convertibilidad como el más reciente 
        de la post-convertibilidad?
 Sin perjuicio de otras, pueden destacarse las siguientes:
 
        Se ha tomado conciencia que una paridad cambiaria favorable es un 
          factor importante, pero que opera como condición necesaria pero 
          no suficiente para explicar el éxito en las exportaciones y, 
          sobre todo, su sustentabilidad en el tiempo;
 
El mayor éxito en las exportaciones se ha logrado con productos, 
          en muchos sectores, que son la resultante de un fuerte y prolongado 
          esfuerzo de inversión e incorporación de progreso técnico, 
          así como de la adopción de tecnologías organizativas 
          que permiten acceder a los mercados externos, incluyendo la inserción 
          en redes transnacionales y la internacionalización de las empresas;
 
Se observa una mayor cultura de comercio exterior, esto es, una mayor 
          valoración por parte de la sociedad y de las empresas de las 
          ventajas de tener una presencia activa en los mercados externos, y de 
          las condiciones que se requieren para penetrarlos y, sobre todo, para 
          mantenerse en ellos a través del tiempo;
 
En sectores con experiencia exportadora, se observa que uno de los 
          principales factores restrictivos para preservar su penetración 
          de mercados externos, proviene por el lado de una oferta suficiente 
          de bienes en condiciones de ser exportados -a la vez que se atiende 
          la demanda interna- y ello, a su vez, se lo vincula con el esfuerzo 
          de inversión, de incorporación de progreso técnico, 
          de organización y, especialmente en el caso de empresas y productores 
          de menor dimensión, de la cultura y práctica de la asociatividad 
          para el comercio exterior;
 
Se atribuye un mayor valor a la activa participación del país 
          en negociaciones comerciales internacionales, orientadas a asegurar 
          el acceso a terceros mercados (seguro contra el proteccionismo) y a 
          obtener reglas de juego que favorezcan la competitividad de bienes y 
          servicios originarios en el país. En tal sentido, cabe destacar, 
          una creciente toma de conciencia de los costos que el país puede 
          pagar por no participar en las negociaciones comerciales internacionales 
          con países de gran dimensión o bloques económicos, 
          en tanto que otros países con ofertas de exportación similares 
          a la nacional sí lo hacen;
 
Se percibe al Mercosur, a pesar de sus notorias limitaciones y defectos, 
          no sólo como un instrumento para la inserción competitiva 
          en el mercado brasilero, pero también como una plataforma importante 
          para facilitar la transformación productiva en el país, 
          y para mejorar el perfil competitivo y negociador de la Argentina en 
          el mundo, y
 
Se reconoce en forma creciente, que el éxito en el esfuerzo 
          exportador requiere de una sistemática conjunción de esfuerzos 
          entre el sector gubernamental -a nivel nacional, provincial y local- 
          y el empresario, como así también entre los distintos 
          sectores de la producción. 4. 4. ¿Cuáles son objetivos estratégicos prioritarios 
        que pueden ser definidos en base a las experiencias del pasado y de la 
        de países con rasgos similares a los de la Argentina, y que son 
        exitosos en su inserción económica internacional? 
 Tres objetivos estratégicos aparecen como prioritarios:
 
        Articular y desarrollar una estrategia-país orientada a una 
          inserción competitiva exitosa en la economía mundial, 
          con características de política de Estado, que permita 
          superar las discontinuidades y la fragmentación de esfuerzos 
          que han caracterizado por muchas décadas la experiencia argentina 
          en la materia, y que a la vez, otorgue una fuerte legitimidad social 
          a las políticas públicas, instituciones y negociaciones 
          comerciales que se requieren;
 
Transitar de una larga etapa de episodios de crecimiento de exportaciones, 
          a una más compleja de desarrollo sustentable de internacionalización 
          de la capacidad de producir bienes y de prestar servicios, lo que implica 
          reconocer al comercio exterior a la vez como un motor y una consecuencia 
          de la transformación productiva del país, y
 
Operar un salto cuantitativo en las exportaciones de bienes y de servicios, 
          a uno cualitativo en la oferta originada en el país en base a 
          un mayor valor agregado intelectual, resultante de inversión, 
          organización, educación, innovación, y desarrollo 
          científico y tecnológico. 5. 5. ¿Cuáles son algunos de los factores que pueden 
        considerarse como relevantes para la estrategia de comercio exterior y 
        de inserción competitiva de la Argentina en la economía 
        mundial y regional?
 Sin perjuicio de otros, tres aparecen como más destacables:
 
        La calidad del diagnóstico sobre la dinámica de la competencia 
          económica mundial y sobre los principales factores que desplazan 
          ventajas competitivas. En muchas oportunidades a través de su 
          historia, la Argentina al igual que otros países latinoamericanos, 
          han tenido dificultades en captar a tiempo los cambios operados en la 
          competencia económica mundial. Dos momentos pueden citarse como 
          ejemplo. En la década del 30 del siglo pasado, el fin del predominio 
          británico en la economía mundial y su consiguiente impacto 
          en las exportaciones agrícolas de la Argentina. En la década 
          de los 60, también del siglo pasado, la emergencia gradual del 
          protagonismo comercial de los países del Sudeste asiático 
          y la importancia creciente de las redes transnacionales de producción, 
          con su consiguiente impacto en las políticas de sustitución 
          de importaciones de países latinoamericanos, incluyendo la Argentina.
 Un punto focal del diagnóstico sobre las fuerzas profundas que 
          operan cambios en la competencia económica global, se relaciona 
          con la apreciación correcta del valor relativo -o grado de prescindibilidad- 
          de un país y su producción, en la perspectiva de las principales 
          potencias del momento. Tal valor relativo o grado de prescindibilidad, 
          puede estar fuertemente influenciado por consideraciones de tipo estratégico, 
          siempre en la perspectiva de la agenda de cuestiones críticas 
          de las principales potencias del sistema internacional. Ello se ha manifestado 
          en varias oportunidades en las últimas décadas, sea en 
          la importancia relativa de países del Sudeste Asiático, 
          de la Cuenca del Caribe y del Oriente Medio en la perspectiva de los 
          Estados Unidos o, más recientemente, en la de Europa Central 
          y del Este, y los países del Mediterráneo africano en 
          la perspectiva de la Unión Europea.
 
 Además de factores clásicos de desplazamientos de ventajas 
          competitivas de las naciones, como son entre otros, el mencionado valor 
          estratégico de un país para las principales potencias 
          y, en particular, los cambios tecnológicos en la producción, 
          en el transporte y en la transmisión de información, cabe 
          resaltar la importancia que ha adquirido en las últimas décadas 
          el acceso preferencial asegurado a grandes mercados, por medio de la 
          celebración de distintas modalidades de acuerdos regionales, 
          o la extensión del tratamiento de más favor a grandes 
          economías emergentes como consecuencia de su acceso al sistema 
          multilateral global de comercio, institucionalizado a partir de 1994 
          en la Organización Mundial del Comercio (OMC), como lo pone en 
          evidencia el caso de la China.
 
 
La incorporación de valor intelectual a procesos productivos 
          y de comercialización. Este factor es más importante en 
          el caso de países como la Argentina, que difícilmente 
          puedan competir en base a abundancia de mano de obra barata o a un alto 
          grado de desarrollo científico y tecnológico. En tal perspectiva 
          cobra toda su importancia la gestión del factor calidad en la 
          oferta de bienes y servicios, y el aprovechamiento de recursos humanos 
          calificados y especialmente con talentos para la creatividad. Ello permite 
          sacar todo el provecho a las ventajas originadas en una excepcional 
          dotación de recursos naturales.
 Competir en base a inteligencia, creatividad y calidad, permite diferenciar 
          productos y obtener ganancias de valor percibido en la oferta del país, 
          especialmente en la perspectiva más exigente de los consumidores 
          de mayor poder adquisitivo, tanto en los países altamente industrializados 
          como en países emergentes. Una estrategia de comercio exterior 
          en base a la noción de valor percibido por parte de consumidores 
          exigentes, no sólo implica acreditar marcas y productos, sino 
          también desarrollar la imagen de un país que por su comportamiento 
          en todos los planos, es capaz de generar productos y servicios de calidad 
          y, por lo tanto, confiables.
 
 
La densidad de la conectividad global del país, a través 
          de la participación activa y confiable en el marco de las reglas 
          de juego de la OMC, y del tejido de una red de acuerdos regionales y 
          comerciales preferenciales, como es el objetivo del Mercosur y otros 
          acuerdos que negocia en la actualidad la Argentina. El sentido de una 
          estrategia de conectividad global y regional, es generar un marco de 
          previsibilidad en las reglas de juego y en las condiciones de acceso 
          a los mercados, que tornen al país en atractivo en la competencia 
          global por las inversiones productivas, que en general se canalizan 
          a través de grandes redes globales de producción y comercio.
 Tal estrategia debe facilitar precisamente la inserción de la 
          producción y los servicios del país en las redes transnacionales 
          tejidas dentro o entre empresas, así como el desarrollo de redes 
          transnacionales con epicentro en el propio país.
 6. ¿Qué requerimientos organizativos plantea una estrategia-país 
        para insertarse competitivamente en los mercados globales y regionales, 
        con productos y servicios de calidad? 
 Por lo menos en tres planos, aparece como conveniente realizar un esfuerzo 
        particular para mejorar sustancialmente la calidad organizativa del país 
        en el plano de su comercio exterior.
 
 Ellos son:
 
        El gubernamental, en los niveles nacional, provincial y local, a fin 
          de obtener un grado más elevado de coordinación y control 
          de gestión, tanto en materia de formulación de políticas 
          públicas que inciden sobre flujos de comercio y de inversión, 
          y sobre estrategias empresarias, como en la de las negociaciones comerciales 
          internacionales y, en particular, en la de la promoción comercial, 
          entre otros medios, a través de la diseminación de abundante 
          y oportuna información que facilite la gestión de inteligencia 
          competitiva por parte de las empresas;
 
El institucional empresario, tanto en las organizaciones de cúpula 
          como en las sectoriales, provinciales y locales, a fin de lograr una 
          mayor concentración de esfuerzos y de representación, 
          y de actualizar los servicios de apoyo a las estrategias exportadoras 
          de las empresas, incluyendo el tejido de alianzas con instituciones 
          empresarias de otros países, comenzando por el propio Mercosur, 
          y la diseminación de información y de inteligencia comercial, 
          y
 
El empresario, especialmente las pequeñas y medianas empresas, 
          a través de una práctica sistemática de la asociatividad 
          y de la inserción en redes transnacionales de producción 
          y comerciales, y a través de una gestión eficiente de 
          su inteligencia competitiva. 7. ¿Cuáles son las principales tendencias que se observan 
        en la competencia económica global y que pueden tener una incidencia 
        en el desarrollo de una estrategia-país de inserción competitiva 
        exitosa? 
 Hay cinco tendencia que se vienen observando en las últimas décadas 
        y, en particular en los últimos años, y que muy probablemente 
        continuarán acentuándose en el futuro.
 
 Ellas son:
 
        El desarrollo de grandes redes transnacionales de producción 
          y comercio, originadas en los países más industrializados 
          y en los últimos años también en numerosos países 
          emergentes. Son redes a través de las cuales se canalizan una 
          parte muy significativa -se estima en un 70%- de los flujos de comercio 
          de bienes y servicios, de inversiones productivas y financiamiento, 
          y de progreso técnico. Operan a escala global y regional, fragmentando 
          las cadenas productivas y practicando la maquila, el "out-sourcing" 
          y el "offshoring". Maximizan con tales prácticas ventajas 
          originadas en acuerdos preferenciales y los diferenciales de costos 
          de mano de obra, incluyendo la calificada.
 Son altamente sensibles al clima de inversión y a la percepción 
          de condiciones de gobernabilidad y de estabilidad económica que 
          prevalece en los distintos países. Son sensibles a los índices 
          de competitividad, de corrupción y de riesgo-país, que 
          diferencian a los países en los que pueden radicar sus operaciones;
 
 
La proliferación de acuerdos regionales y comerciales, con 
          preferencias exclusivas para sus socios. Son acuerdos que se celebran 
          formalmente en el marco de la OMC. Constituyen excepciones al tratamiento 
          de más favor. Prevén tratamientos discriminatorios con 
          respecto a bienes y servicios provenientes de países que no son 
          parte del acuerdo, especialmente a través de un arancel externo 
          común o de reglas de origen específicas. Incluyen tratamientos 
          preferenciales en materia de inversiones y de compras gubernamentales. 
          Adoptan múltiples modalidades, en particular las previstas en 
          las normas de la OMC en materia de zonas de libre comercio, de uniones 
          aduaneras, y de tratamientos preferenciales para países en desarrollo 
          y entre países en desarrollo;
 
El "despertar de las ballenas", esto es, el fenómeno 
          de grandes economías emergentes que se incorporan a la competencia 
          económica global, adoptando diferentes modelos de eficiencia 
          económica y alcanzando condiciones razonables de gobernabilidad.
 Este fenómeno, reflejado fundamentalmente en los casos de China 
          e India, es quizás el que más está acentuando los 
          cambios en las condiciones de la competencia económica global. 
          Kim Clark, el Decano del Harvard Business School, lo resalta de la siguiente 
          forma: "simplemente no hemos comprendido plenamente el completo 
          impacto de 2.500 millones de personas entrando a la economía 
          mundial de la que no eran parte aún" (citado en el suplemento 
          "The Future of Work" del Financial Times, del 27 de septiembre 
          de 2004).
 
 Las ballenas emergentes -entre las cuales deben incluirse Brasil, Rusia 
          y África del Sur, entre otras- representarán en los próximos 
          años el 40% de la población mundial y una parte creciente 
          del producto bruto y del comercio global. La diferencia con el pasado, 
          será que una proporción creciente de sus poblaciones está 
          accediendo a pautas y niveles de consumo propios de los consumidores 
          de niveles altos y medios de los países más desarrollados;
 
 
Las demandas de calidad -especialmente sanitaria- de los consumidores 
          de nivel alto y medio de los países más industrializados 
          y, crecientemente de los países en desarrollo, y 
 
La concentración del poder real de crear reglas de juego del 
          comercio mundial y de la competencia económica global y regional, 
          en un número reducido de grandes países o bloques regionales. 
          Este fenómeno adquiere mayor importancia para todos los países 
          -tanto los formadores ("rule-makers") como los tomadores de 
          reglas ("rule-takers"), si se considera que -según 
          una gráfica expresión- la OMC y otros acuerdos regionales 
          ahora "tienen dientes". Esto es, han mejorado sustancialmente 
          su capacidad de tornar exigibles las reglas de juego a través 
          de la eficacia de los mecanismos de solución de controversias. 
          Ilustran esta tendencia, casos recientes tanto entre países industrializados 
          (varios casos en la OMC entre los Estados Unidos y la Unión Europea), 
          como entre países en desarrollo y países industrializados 
          (como por ejemplo, los casos del algodón entre Brasil y los Estados 
          Unidos, y del azúcar, entre Brasil y la Unión Europea, 
          ambos ganados en primera instancia por el Brasil). 
 En esta perspectiva, cobra fundamental importancia para países 
          en desarrollo que individualmente sólo pueden ser tomadores de 
          reglas, tanto el articular alianzas con otros países en los foros 
          comerciales internacionales -como han sido, por ejemplo, los denominados 
          "G.20" y "G.90" en el ámbito de la OMC -, 
          a fin de adquirir así capacidad para incidir en la producción 
          de nuevas reglas, como el extraer todas las consecuencias de un sistema 
          de comercio internacional que es orientado por reglas ("rule-oriented") 
          que permiten, utilizadas con inteligencia, atenuar las tendencias naturales 
          a orientar el sistema en torno a consideraciones de poder ("power-oriented").
 8. ¿Qué importancia tienen para una estrategia-país 
        de comercio exterior y de inserción competitiva en la economía 
        mundial, las negociaciones comerciales internacionales en las que participa 
        la Argentina, y cuáles son sus perspectivas? 
 La experiencia de la Argentina en la OMC y en el Mercosur, así 
        como la de muchos otros países que en los últimos años 
        han participado en negociaciones comerciales internacionales en el ámbito 
        global, regional o bilateral, es que de ellas resultan reglas de juego 
        que al ser aplicadas, producen efectos en al menos tres planos relevantes 
        para la estrategia-país en materia de comercio internacional e 
        inserción competitiva en la economía mundial.
 
 Ellos son:
 
        el condicionamiento de las políticas públicas que se 
          pueden aplicar, especialmente en materia del comercio de bienes y de 
          servicios, de inversión extranjera y propiedad intelectual, de 
          compras gubernamentales;
 
el desplazamiento de ventajas competitivas a favor o en contra de 
          las empresas que operan desde el país, como consecuencia de cómo 
          los resultados de las negociaciones pueden afectar las condiciones para 
          acceder a los mercados de terceros países o de operar en ellos. 
          Tal desplazamiento suele producirse "por goteo", esto es, 
          con efectos que se manifiestan en plenitud a través del tiempo. 
          Por ejemplo, recién este fin de año producirá sus 
          plenos efectos lo acordado en materia de cuotas textiles en el Acuerdo 
          de Textiles y Vestimentas, aprobado en 1994 al concluirse la Rueda Uruguay. 
          Otro ejemplo, es el efecto que producirá sobre productos de origen 
          argentino, la maduración de los programas de liberación 
          arancelaria acordados por Chile, entre otros, con los Estados Unidos 
          y con la Unión Europea , y
 
el efecto sobre la imagen externa y la credibilidad del país, 
          en la perspectiva de las estrategias y decisiones de inversión, 
          tanto de redes transnacionales de producción y de comercio, como 
          de otros inversores, incluso los propios. La Argentina participa en la actualidad en por lo menos tres frentes 
        negociadores relevantes.
 Ellos son:
 
 
 
        el multilateral global en el marco de la Rueda Doha en la OMC. El 
          plazo originalmente previsto para concluir las negociaciones era diciembre 
          de 2005. Sin embargo, tras el fracaso de la reunión ministerial 
          de Cancún en 2003, ha producido una dilación en las negociaciones. 
          En julio se acordó el marco para el desarrollo de las negociaciones, 
          las que podrían concluir - en un escenario optimista - a fines 
          de 2005, como más temprano;
 
el regional en torno a tres ejes: 
 
 
             El del Mercosur (ver en el anexo 1, un análisis de la 
              situación actual del Mercosur y de sus perspectivas); 
 
El de la ALADI, que incluye una amplia red de acuerdos preferenciales 
              y de libre comercio, el último de los cuales ha sido el celebrado 
              entre países de la Comunidad Andina y los del Mercosur, y
 
El del espacio sudamericano, que incluye además de la red 
              de acuerdos celebrados en el marco de la ALADI, acciones conjuntas 
              en el campo de la energía, la infraestructura física 
              y el financiamiento.
 
El regional hemisférico y el inter-regional en torno, a su 
          vez, a tres ejes: 
 
 
             El del ALCA, especialmente con los Estados Unidos. Las negociaciones 
              han quedado interrumpidas y se presume serán retomadas tras 
              la inauguración de la nueva administración americana. 
              De todas formas, la mayor parte de los países del Hemisferio 
              están hoy participando de una amplia red de acuerdos preferenciales, 
              que incluye particularmente la desarrollada en el ámbito 
              ya mencionado de la ALADI y la que numerosos países han enhebrado 
              con los Estados Unidos e, incluso, con el Canadá;
 
El del Mercosur con la Unión Europea (ver en el anexo 2, 
              un análisis sobre la situación y perspectivas de esta 
              negociación a la luz de los resultados de la reunión 
              de Lisboa, el pasado 20 de octubre), y
 
El de los acuerdos preferenciales que los países del Mercosur 
              están negociando con países extra-regionales, como 
              la India y Sudáfrica, sin perjuicio de otros que puedan negociarse 
              en el futuro, por ejemplo, con China. 9. ¿Cuáles son los principales requerimientos planteados 
        por el Mercosur y los demás frentes negociadores comerciales internacionales, 
        a las empresas que operan en el país? 
 Tales requerimientos se refieren, a la vez, a la representación 
        de los intereses defensivos y ofensivos que resulten de las respectivas 
        estrategias empresarias, y sobre todo, al aprovechamiento de los escenarios 
        post-negociadores.
 
 Los principales son:
 
        El seguimiento de las negociaciones y su "decodificación" 
          en la perspectiva de empresas, sectores y regiones del país. 
          Muchos países facilitan tal tarea a través de la diseminación 
          de información oportuna y relevante por páginas Web oficiales;
 
La canalización de intereses ofensivos y defensivos de cada 
          empresa a través de las instituciones empresarias de cúpula, 
          sectoriales y locales, y de los foros de participación habilitados 
          por los negociadores. En muchos países existen foros empresarios 
          especialmente orientados al seguimiento de las negociaciones y a la 
          articulación de intereses intra-sectoriales. La Coalición 
          Empresaria del Brasil es, entre otros, un ejemplo en tal sentido;
 
La participación activa en los mecanismos orientados a facilitar 
          e incentivar la integración de cadenas de valor, especialmente 
          en el ámbito del Mercosur y, eventualmente, de otros acuerdos 
          preferenciales. Es el caso de los denominados "foros de competitividad" 
          instalados recientemente en el Mercosur, y
 
El desarrollo de estrategias empresarias -o de grupos de empresas 
          asociadas- para competir en los escenarios post-negociaciones comerciales. 10. A modo de resumen, se resaltan los siguientes tres puntos relacionados 
        con una estrategia-país en materia de comercio exterior y de inserción 
        competitiva en la economía mundial:  
        En base a las experiencias acumuladas en las últimas décadas, 
          desarrollar una estrategia de comercio exterior y de inserción 
          competitiva en la economía mundial - con características 
          de política de Estado - orientada a producir un salto cualitativo 
          en la oferta de bienes y servicios originarios en el país, como 
          condición para un salto cuantitativo sustentable;
 
La calidad de la organización y la coordinación de esfuerzos 
          entre el sector público y el sector empresario, y dentro del 
          sector empresario, como forma de mejorar sustancialmente la inserción 
          de la economía argentina a escala global y regional, y
 
La atención prioritaria a los requerimientos planteados por 
          la participación de la Argentina en el Mercosur y en las demás 
          negociaciones comerciales internacionales, y por el aprovechamiento 
          de los escenarios post-negociadores. |  
   
    | ANEXO 1
 Mercosur y las relaciones entre la Argentina y el Brasil: Perspectivas 
        para su evaluación y propuestas de acción
  
        Para información y análisis más detallados 
          sobre la situación del Mercosur, ver el informe del Primer Seminario 
          Regional sobre Integración Productiva - Argentina/Brasil 2004, 
          organizado por el Centro de Estudios Bonaerenses y Prospectiva, el 10 
          de junio 2004. La próxima Cumbre del Mercosur en Ouro Preto, coincidirá 
        con el cumplimiento de los diez años de la aprobación del 
        arancel externo común. Junto con la eliminación completa 
        de aranceles y restricciones no arancelarias al comercio recíproco, 
        el arancel externo fue concebido como uno de los instrumentos vertebrales 
        del Tratado de Asunción, paso previo a la etapa de más largo 
        aliento de construcción de un mercado común. 
 Uno de los supuestos explícitos en la negociación de estos 
        instrumentos vertebrales era el avance en la coordinación macro-económica 
        y en la integración sectorial. En estos diez años, no se 
        ha podido cumplir con ninguno de los dos supuestos. Tampoco se ha avanzado 
        en el desarrollo de los otros elementos del mercado común, tal 
        como fueran definidos en el artículo 1º del pacto constitutivo. 
        Podría incluso llegar a considerarse entonces que, en buena medida, 
        tal pacto constitutivo plasmado en el Tratado de Asunción, ha sido 
        superado por la realidad.
 
 También se cumplen los diez años del Protocolo de Ouro Preto 
        que estableció una estructura institucional con órganos, 
        procesos de creación normativa y efectos jurídicos de las 
        reglas aprobadas por consenso. Ella evolucionó recientemente con 
        la Presidencia del Comité de Representantes Permanentes y la Secretaría 
        Técnica. Por lo que ha trascendido, la idea sería que ambos 
        órganos se incorporen a una nueva versión de tal Protocolo 
        que sería conocido como "Ouro Preto II".
 Perspectivas para evaluar la experiencia acumulada La experiencia acumulada con el Mercosur desde su creación -incluso 
        desde que se lanzara en 1985 el desarrollo de la etapa bilateral del proceso 
        de integración entre la Argentina y el Brasil- y en particular, 
        en estos diez años de vigencia del arancel externo común, 
        puede ser apreciada al menos desde tres perspectivas complementarias. 
        
 La primera es la política. Se relaciona con el signo de las relaciones 
        que han enhebrado cuatro países que son vecinos y que han acrecentado 
        en las últimas dos décadas la densidad de su conectividad 
        en todos los planos. Son relaciones hoy dominadas por la lógica 
        de la integración, frente a lo que ha sido común en la historia 
        entre países vecinos en todo el mundo, esto es el predominio de 
        la lógica de la fragmentación y, en última instancia, 
        la del dominio hegemónico e incluso la absorción por uno 
        de ellos. Ello ha sido más frecuente en los subsistemas internacionales 
        marcados por profundas asimetrías de poder y dimensión económica 
        entre los vecinos.
 
 Lo cierto es que, más allá de tensiones ocasionales y de 
        conflictos comerciales naturales, se ha ido consolidando entre los socios 
        del Mercosur-y entre ellos y sus principales asociados, Chile y Bolivia- 
        la idea de un "barrio" que aspira a ser de calidad, con confianza 
        recíproca y "buenos modales".
 
 Es la noción de una zona de paz, cuyo valor internacional se acrecienta 
        en la medida que pueda ser concebido como un núcleo duro de la 
        estabilidad política sudamericana. Es un bien público que 
        debe ser preservado y cultivado a través del ejercicio sutil de 
        una diplomacia de integración -no sólo gubernamental pero 
        también de los actores sociales- y del tejido perseverante de una 
        densa red de conectividad en todos los planos -y no sólo en el 
        económico y comercial-, ya que la historia universal -e incluso 
        muchas experiencias contemporáneas- indica que suele ser más 
        fácil retroceder que avanzar en la orientación y la calidad 
        de las relaciones entre países vecinos.
 
 Hasta que punto un eventual colapso del Mercosur o su declinación 
        hacia un plano de marcada irrelevancia económica pudiera tener 
        un efecto de deterioro en este logro político, es una cuestión 
        que merece reflexión por parte de todos los que aprecian la inserción 
        de cada uno de nuestros países en un subsistema regional dominado 
        por la lógica de la integración y no por la de la fragmentación, 
        es decir, que valoran la inserción en un "barrio de calidad".
 
 La segunda perspectiva para una evaluación del Mercosur es la del 
        intercambio comercial. Se relaciona prioritariamente con los flujos de 
        comercio de bienes entre los socios. En este plano se observan en estos 
        años de experiencia acumulada, fluctuaciones que pueden ser fundamentalmente 
        explicadas por disparidades en los comportamientos de las respectivas 
        economías -especialmente las del Brasil y la Argentina- y, por 
        momentos, también por pronunciadas disparidades cambiarias.
 
 ¿Cuánto del comercio recíproco y de sus fluctuaciones 
        en los últimos años, puede deberse a la existencia del Mercosur 
        y de sus reglas de juego, y cuánto es la resultante natural de 
        la contigüidad geográfica de economías que se abrieron 
        al mundo y no sólo a la región en la década de los 
        noventa? Es una pregunta que aún requiere ser respondida con precisión 
        y con evidencia empírica, a fin de poder clarificar efectos comerciales 
        negativos y positivos que se le suelen atribuir al Mercosur.
 
 La tercera perspectiva es la de la inversión productiva. Es probablemente 
        la más importante desde el punto de vista político y no 
        sólo económico. Significa visualizar el Mercosur como un 
        instrumento de transformación productiva de cada país socio 
        y por ende, de incorporación de progreso técnico y de creación 
        de empleo calificado. Tiene que ver con la capacidad para competir a escala 
        global y no sólo regional. Es lo que le da sentido ante las respectivas 
        ciudadanías, a la idea tan difundida en los momentos fundacionales 
        de abrir para todos el acceso a un mercado de más de doscientos 
        millones de consumidores.
 
 Es en esta última perspectiva donde el Mercosur -luego de diez 
        años de unión aduanera aún incompleta- plantea más 
        preguntas que respuestas a aquel empresario -especialmente pequeño 
        o mediano- que evalúa la conveniencia de invertir en función 
        del espacio económico prometido. Son preguntas alimentadas por 
        una vivencia de reglas precarias, de debate existencial continuo sobre 
        la conveniencia del Mercosur y sobre sus modalidades - ¿zona de 
        libre comercio o unión aduanera?-, de un campo de juego desnivelado 
        y de escasa transparencia en los mecanismos de negociación.
 
 En la perspectiva de un potencial inversor, nacional o extranjero, tres 
        son las preguntas principales que esperan respuestas claras por parte 
        de los países miembros. Las tres se refieren al potencial del Mercosur, 
        como proceso formal de integración, para constituir un real incentivo 
        institucional y económico a la inversión productiva.
 
 Tales preguntas son:
 
        ¿están dispuestos los socios -especialmente los dos 
          de mayor dimensión económica- a aceptar disciplinas colectivas, 
          que restrinjan su libertad para aplicar discrecionalmente políticas 
          públicas en materia de desarrollo económico, comercio 
          exterior e inversiones productivas?; 
 
¿en qué consiste la preferencia económica entre 
          los socios y en que consistiría de concluirse las negociaciones 
          con la Unión Europea y con los Estados Unidos -sea en el marco 
          de lo que se denominó el ALCA o, eventualmente, en un formato 
          4+1 -? o, en otras palabras, ¿cuáles son las ventajas 
          económicas derivadas del privilegio de ser socio pleno, diferentes 
          a las otorgadas a países con los cuales el Mercosur se asocia 
          por medio de acuerdos preferenciales, sea en el ámbito latinoamericano, 
          en el hemisférico, en el bi-regional o en el global?, y 
 
¿cómo se garantiza el respeto a la preferencia económica 
          pactada entre los socios? ¿es que, por ejemplo, quien invierte 
          en Uruguay o en Paraguay en función del espacio integrado goza 
          de las mismas garantías de acceso a los mercados de los demás 
          socios -especialmente de la Argentina y del Brasil-, que hoy tiene quien 
          invierte en Lituania o en Eslovenia en función del mercado de 
          la Unión Europea?  En diciembre próximo, en los resultados de la Cumbre de Ouro Preto, 
        muchos empresarios -especialmente pequeños y medianos- y sus trabajadores, 
        buscarán al menos un principio de respuesta a estas preguntas. 
        Las buscarán en la adopción de compromisos exigibles, que 
        no puedan ser fácilmente dejados de lado. Según fueren las 
        respuestas, los empresarios se inclinarán o no a tomar en serio 
        al Mercosur, es decir, a invertir en función del mercado ampliado. Cuestiones relevantes para un Mercosur con futuro  Desde el origen del proceso de integración, la relación 
        entre la Argentina y el Brasil ha sido un factor central para su vitalidad 
        y credibilidad. En la actualidad, al menos dos tendencias parecen coexistir 
        en tales relaciones con respecto al Mercosur. 
 Por un lado, se observa la persistencia de una clara voluntad política 
        de continuar construyendo el espacio de integración económica, 
        como parte de las estrategias más amplias de inserción de 
        cada país en el mundo y en la región sudamericana. Los Presidentes 
        Kirchner y Lula así lo han puesto de manifiesto en forma reiterada.
 
 Por otro lado, son notorias las dificultades metodológicas que 
        se han planteado en los últimos años en el desarrollo del 
        proceso de integración.
 
 En nuestra opinión, las deficiencias metodológicas se manifiestan, 
        sobre todo, en la capacidad institucional para administrar desajustes 
        temporales o estructurales que generan conflictos comerciales entre los 
        socios, y para producir reglas de juego que, a la vez que reflejan los 
        intereses nacionales de los países miembros -asumiendo que ellos 
        están correctamente definidos-, tengan un fuerte potencial de penetrar 
        en la realidad, es decir, de ser cumplidas -criterio de efectividad de 
        las reglas- y de alcanzar, por lo tanto, los objetivos que con ellas se 
        procura lograr -criterio de eficacia-.
 
 Tales reglas son esenciales para avanzar en la construcción gradual 
        del Mercosur y, en particular, para introducir las adaptaciones requeridas 
        por los continuos cambios en las realidades externas e internas de los 
        países socios. Su efectividad y eficacia, son por lo demás 
        fundamentales para la aceptación social de los compromisos asumidos, 
        por ser percibidas como generadores de un cuadro de ganancia mutua entre 
        los socios -criterio de legitimidad social-.
 
 Lo cierto es que, en ocasión de recientes conflictos comerciales 
        entre las dos principales economías del área, se ha puesto 
        una vez más de manifiesto que el Mercosur los procesa mal. Podría 
        decirse que tiene un mal "aparato digestivo". Como ya ocurriera 
        en otras oportunidades, en esta ocasión ellas también generan 
        tensiones de fuerte impacto social, incluso desproporcionadas a la magnitud 
        de los flujos de comercio involucrados. Desorientan a la opinión 
        pública, que recibe mensajes contradictorios entre una alianza 
        épica llena de virtudes y las peleas, hoy por heladeras, ayer textiles 
        y calzado, luego por automóviles y sus auto-partes.
 
 Lo bueno es que las diferencias luego se diluyen y dejan de ser noticia. 
        Lo malo es que contribuyen a una erosión por goteo de la imagen 
        del Mercosur y aumentan su pérdida de credibilidad. Es peor aún 
        si los socios no tienen -y ninguno parece tener- un "plan B" 
        sustentable. Es decir un plan viable de inserción económica 
        internacional que a la vez contribuya a la consolidación de una 
        región sudamericana dominada por la lógica de integración 
        y, por lo tanto, por la paz y la estabilidad política en el marco 
        del predominio de la legitimidad democrática en cada uno de los 
        países que la componen.
 
 Conviene entonces una discusión serena y un diagnóstico 
        preciso. ¿Qué es lo que anda mal en el Mercosur? ¿La 
        idea estratégica o la forma de llevarla adelante?
 
 Si bien en el calor del debate público se efectúan afirmaciones 
        contundentes -tales como que "el Mercosur ha fracasado" y otras 
        de similar tono-, no se observa en ninguno de los socios una posición 
        firme en cuanto al abandono de la idea que encarna el Mercosur. Como se 
        señaló antes, al menos en los gobiernos actuales ello está 
        descartado. Tampoco tiene asidero profundo en las opiniones públicas. 
        Quizás por que todos estamos conscientes del sabor amargo que tendría 
        un fracaso -además del descrédito internacional y de sus 
        consecuencias en el complicado escenario sudamericano-. Si hubiera que 
        reconocer tal fracaso, difícil sería no hacer luego algo 
        parecido al Mercosur. ¿Y alguien creería en ello?
 
 A pesar de las apariencias, el debate no parece ser entonces de tipo existencial. 
        Parece más bien centrado en el cómo del trabajo conjunto 
        entre los socios, es decir en lo metodológico. El eje de tal debate 
        cruza por una cuestión central en un proceso de integración 
        voluntaria entre naciones vecinas y con desigual poder relativo: cómo 
        distribuir costos y beneficios o, en otros términos, cómo 
        resolver la cuestión de quiénes ganan y quienes pierden.
 
 La fórmula para esta cuestión es simple de definir y difícil 
        de llevar a la práctica. Se trata por cierto de que todos perciban 
        que ganan más dentro del club que fuera. Y el problema en el Mercosur 
        es que, como consecuencia de asimetrías de tamaños, de competitividades 
        relativas, de situaciones macroeconómicas coyunturales, recurrentemente 
        hay quienes perciben -o creen percibir- que son perdedores sistemáticos. 
        Pueden ser países, como los casos de Paraguay o Uruguay. O sectores 
        industriales o agrícolas sensibles, en cualquiera de los socios.
 
 Se suele sostener que la solución es retrotraer el Mercosur a una 
        zona de libre comercio. Bien en teoría. En la práctica plantea 
        enormes problemas. No hay zona de libre comercio moderna sin reglas de 
        origen específicas. Las zonas de comercio conocidas, que han proliferado 
        en los últimos años en la región y en otras, ponen 
        de manifiesto que es con tales reglas de origen específicas que 
        se discrimina entre socios y no socios.
 
 Al respecto cabe preguntar: ¿Sería fácil una negociación 
        de reglas de origen específicas en un clima de fracaso del proceso 
        actual del Mercosur? ¿Y es que, acaso, los problemas recurrentes 
        que se observan en los últimos años, no se originan precisamente 
        en el comercio intra-Mercosur de bienes y de servicios, en buena medida 
        como consecuencia de que los supuestos antes mencionados -coordinación 
        macro-económica e integración productiva sectorial- y que 
        fueran explicitados al negociarse el Tratado de Asunción, no pudieron 
        ser cumplidos?
 
 Creo que abordar en profundidad el debate metodológico es impostergable. 
        Es conveniente basarlo en un diagnóstico de cuáles son los 
        problemas sensibles; realizarlo a través de un diálogo franco 
        y de la negociación, y colocarlo en la perspectiva de un salto 
        hacia delante. No de un salto a un vacío lleno de ilusiones, un 
        nuevo espejismo. Pero sí de un salto hacia reglas de más 
        calidad y realismo que las actuales.
 
 El debate metodológico ha de requerir mucho liderazgo político 
        e imaginación técnica. Brasil, por ser el país de 
        mayor dimensión económica que ejerce este semestre la Presidencia 
        temporal del Mercosur, tiene una responsabilidad principal.
 
 En tal sentido cabe destacar que se observa una actitud cada vez más 
        escéptica respecto al Mercosur por parte de empresarios y economistas 
        del Brasil. Múltiples artículos de especialistas y editoriales 
        de los principales diarios, así lo ponen en evidencia. Desde el 
        punto de vista de la estrategia negociadora de los otros socios, pero 
        en especial de la Argentina, conviene tratar de entender cuál es 
        la perspectiva predominante en el Brasil con respecto al Mercosur, al 
        menos tal como ella se refleja en la prensa del país.
 
 Los siguientes serían algunos elementos del diagnóstico 
        que parecerían prevalecer en sectores relevantes del Brasil, especialmente 
        en los que podrían considerarse como los sectores más escépticos 
        en relación al Mercosur:
 
        Los actuales conflictos comerciales del Mercosur, se deberían 
          fundamentalmente a deficiencias estructurales que afectan la competitividad 
          relativa de sectores industriales de la Argentina; serían consecuencia 
          de las propias políticas económicas aplicadas en los últimos 
          años y de la falta de respuesta empresaria a las oportunidades 
          abiertas en el mercado del Brasil e, incluso, de los otros socios y 
          de Chile; 
 
El hecho de que la balanza comercial bilateral sea ahora deficitaria 
          para la Argentina y que la tendencia sea a acrecentar la brecha, es 
          lo que estaría impulsando al gobierno argentino a aplicar medidas 
          proteccionistas, incluso violando las reglas pactadas; cabría 
          esperar más proteccionismo hacia el futuro; 
 
La Argentina no estaría, al menos en plazos cortos, en condiciones 
          de superar las deficiencias de competitividad relativa que se observan 
          en varios de sus sectores industriales; 
 
El mercado argentino es más atractivo ahora que hace dos años, 
          pero habrían perdido importancia relativa con respecto a otros 
          mercados de exportación para los sectores industriales del Brasil, 
          incluso en el sector automotriz; 
 
En el peor de los escenarios, los productos de origen Brasil en la 
          Argentina sólo podrían perder la preferencia comercial 
          resultante del Mercosur; nunca podrían recibir un tratamiento 
          más restrictivo que el aplicado a terceros países; en 
          muchos casos los productos brasileños podrían competir 
          en el mercado argentino aún sin la preferencia comercial; difícil 
          sería un escenario en el que la Argentina aumente drásticamente 
          sus restricciones a las importaciones de todos los orígenes, 
          salvo para algunos sectores muy sensibles; 
 
En las condiciones actuales, difícil sería para la Argentina 
          aceptar la idea de una integración económica más 
          profunda con el Brasil, esto es, avanzar en la línea de un mercado 
          único; 
 
La capacidad del Brasil de tirarle un "ancla" a la Argentina 
          en materia de inversiones directas y de financiamiento de inversiones 
          industriales, es relativamente limitada; 
 
Sin embargo, preservar el Mercosur es para el Brasil un objetivo valioso 
          de su política exterior y útil en sus negociaciones comerciales 
          internacionales, en particular, por el "efecto-legitimidad social" 
          de un eventual acuerdo de libre comercio con los EEUU; pero sobre todo 
          es valioso para el Brasil cooperar para que la Argentina pueda finalmente 
          superar sus actuales dificultades; 
 
En síntesis: el Mercosur y la Argentina tendrían hoy 
          un menor valor relativo para el desarrollo económico del Brasil 
          e, incluso, para la estrategia de inserción internacional de 
          sus empresas, que el que tenía al comienzo del proceso; es un 
          mercado en el cuál las empresas brasileñas podrían 
          competir aún sin preferencias comerciales; el mayor interés 
          por preservar el Mercosur proviene de los responsables de la estrategia 
          internacional y de la política exterior del Brasil, en particular, 
          en relación al espacio sudamericano, a las relaciones con los 
          EEUU y a las negociaciones comerciales internacionales (aunque hoy menos 
          que antes).  En lo inmediato -esto es, en este segundo semestre de 2004- parecería 
        ser conveniente focalizar la agenda negociadora en relación al 
        Mercosur, en muy pocas cuestiones centrales. Ellas, sin perjuicio de las 
        acciones que se desarrollen en el espacio más amplio sudamericano, 
        especialmente en materia de libre comercio con la Comunidad Andina de 
        Naciones, de integración energética y de infraestructura 
        física. 
 Las principales cuestiones centrales de una agenda de acción inmediata 
        del Mercosur, podrían ser las siguientes:
 
        Algún tipo de mecanismo de flexibilización pautada y 
          temporaria de las reglas de juego que se aplican al comercio intra-Mercosur. 
          Una hipótesis de máxima, sería reestablecer cláusulas 
          de salvaguardia a través de una Decisión del Consejo del 
          Mercosur. Convendría evitar darle un carácter de relativa 
          automaticidad, incluso para prevenir una avalancha de demandas de sectores 
          industriales. Una modalidad sería darle a la Secretaría 
          del Mercosur un papel en el análisis técnico de la situación 
          concreta que requiere de flexibilización temporaria. Una hipótesis 
          de mínima, sería establecer la obligación de consulta 
          entre los socios y dejar librada las medidas concretas al acuerdo que 
          se logre entre los gobiernos, con participación de los respectivos 
          sectores empresarios. Precedentes a tomarse en cuenta en la elaboración 
          de reglas de juego del Mercosur en la materia, podrían ser mecanismos 
          del estilo del artículo 22 del ACE 14 y de los artículos 
          26-segundo párrafo y 107 del viejo Tratado de Roma. Tendría 
          la ventaja de eliminar el argumento que ha utilizado el gobierno del 
          Brasil, cada vez que señala que un acuerdo voluntario de restricción 
          de exportaciones podría ser vulnerable en la perspectiva de su 
          legislación de defensa de la competencia. Una norma Mercosur 
          permitiría darle cobertura jurídica a tales restricciones 
          "voluntarias" y facilitaría un control eficaz por parte 
          de los gobiernos;
 
Asignarle mucho énfasis y prioridad política a acuerdos 
          formales orientados a la integración de cadenas de valor, sea 
          en el marco de los actuales foros de competitividad, o utilizando la 
          Decisión CM 3/91 que sigue vigente, o generando un nuevo marco 
          normativo. La creación de facilidades financieras para proyectos 
          que se desarrollen como resultado de acuerdos de integración 
          productiva, podrían incluso ser una de las resultantes de la 
          cooperación económica que finalmente resulte de la asociación 
          bi-regional con la Unión Europea;
 
Encarar la cuestión del arancel externo común, utilizando 
          toda la flexibilidad que tolera el artículo XXIV-8, del GATT-1994;
 
Acordar programas de integración solidaria en relación 
          al Paraguay y al Uruguay, que signifique reconocer un Mercosur de geometría 
          variable y de múltiples velocidades, tanto en relación 
          al comercio intra-Mercosur, como en relación al AEC;
 
Elaborar un código de conducta en materia de incentivos a la 
          inversión y al comercio intra-Mercosur, por ejemplo, en las líneas 
          del que se incluye para las inversiones en el acuerdo de comercio interno 
          del Canadá de 1994. Estas y otras cuestiones vinculadas con el funcionamiento de las instituciones 
        del Mercosur deberían ser parte necesaria de un intenso debate 
        entre los socios y dentro de cada uno, con respecto al futuro de un proceso 
        de integración regional, concebido como funcional a la transformación 
        productiva conjunta y a la inserción competitiva en la economía 
        global. 
 La participación de los empresarios y demás sectores de 
        la sociedad civil, especialmente en el ámbito de foros conjuntos 
        del Mercosur, facilitaría que tal debate refleje los intereses 
        a veces diferentes de todos los protagonistas relevantes de cada país 
        miembro. La reciente creación de la Coalición Empresaria 
        Argentina-Brasil, podría brindar un espacio adecuado para el análisis 
        y articulación de consensos en torno a nuevas modalidades operativas 
        del Mercosur, sin perjuicio de la participación prevista de empresarios 
        de los otros dos países socios y, eventualmente, también 
        de los asociados.
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    | ANEXO 2
 El Mercosur y la Unión Europea: Una negociación inconclusa 
        con futuro incierto
 Para un análisis más detallado de las negociaciones y sus 
        dificultades, ver el informe del Grupo de Estudios sobre las Negociaciones 
        Unión Europea-Mercosur de la Cátedra Mercosur de Sciences-Po, 
        Paris, titulado "Concluding the EU-Mercosur Agreement: Feasible Scenarios", 
        edited by Alfredo Valladâo, Félix Peña, Patrick Messerlin, 
        Paris, 2004 (ver en www.chairemercosur.sciences-po.fr En Lisboa, el pasado 20 de octubre, el Mercosur y la Unión Europea 
        debieron constatar que no podían concluir, como estaba originalmente 
        previsto, el acuerdo de asociación bi-regional. Los negociadores 
        han preferido no calificar el resultado como un fracaso. Las negociaciones 
        continuarán, pero esta vez sin plazo fijo para su conclusión. 
        Es prematuro prever aún cuál será la evolución 
        futura.
 Ambas regiones reconocieron desde el comienzo el valor político 
        -y no exclusivamente comercial- de la asociación bi-regional, así 
        como lo difícil que resultaría lograr que las negociaciones 
        culminaran con éxito en los plazos establecidos.
 
 Las negociaciones han sido efectivamente largas, complejas y, sobre todo, 
        arrítmicas. Por momentos han entrado en prolongadas mesetas sin 
        acciones relevantes. Hasta la etapa final predominaron dificultades e 
        incertidumbres. Sin embargo, si se siguió insistiendo casi hasta 
        el último momento en el plazo del 31 de octubre, es probablemente 
        porque los negociadores estimaron que iban a poder concluir al menos un 
        primer acuerdo, que luego requeriría negociaciones adicionales 
        a la luz de los resultados de las de la Rueda Doha en la OMC. Es quizás 
        en esa perspectiva, que se explica la calificación de fracaso del 
        esfuerzo negociador que ha predominado en muchos analistas y medios empresarios.
 
 Por momentos y sobre todo en la última fase de la negociación, 
        se generó la sensación que ninguna de las partes podía 
        reconocer públicamente que no estaba en condiciones de llegar a 
        un acuerdo, al menos efectuando las concesiones mínimas que la 
        otra parte podía considerar como aceptable. La ausencia de un suficiente 
        stock de concesiones mínimas, puede explicar la referencia que 
        el comunicado de prensa de la reunión de Lisboa efectúa 
        sobre el nivel de ambición que no se pudo alcanzar.
 
 Incluso, el seguimiento de las negociaciones por los medios de comunicación 
        -muchas veces la única fuente accesible para quienes no fueran 
        negociadores- dejaba la impresión de que la principal preocupación 
        de cada parte era hacer recaer sobre la otra la responsabilidad de un 
        eventual fracaso. Y en última instancia, ambas partes parecían 
        coincidir, por distintos motivos, en evitar que se instalare la idea de 
        que el no cumplimiento del plazo proclamado pudiera ser visualizado como 
        un fracaso. No parecen haberlo logrado.
 
 En un balance preliminar que requeriría ser profundizado, pueden 
        identificarse por lo menos tres causas sustantivas y tres metodológicas 
        para explicar los resultados obtenidos -además de las conocidas 
        diferencias en relación al comercio agrícola, que en buena 
        medida debían ser resueltas en las negociaciones multilaterales 
        en el marco de la OMC-.
 
 Las causas sustantivas podrían tener que ver, en primer lugar, 
        con la baja importancia relativa del Mercosur para la UE en comparación, 
        por cierto, a otras prioridades de mayor valor estratégico y económico, 
        como las resultantes de la ampliación -incluso, los incentivos 
        para negociar podrían haber disminuido al estancarse las negociaciones 
        del ALCA- En segundo lugar, con el impacto en las negociaciones de las 
        ya mencionadas profundas asimetrías de dimensión económica 
        y grado de desarrollo entre una región y otra. Y en tercer lugar, 
        con la percepción europea de un Mercosur poco creíble y 
        que en ciertos temas habría puesto de manifiesto dificultades de 
        articulación en torno a la agenda negociadora -como por lo demás 
        también ocurriera en algunas cuestiones en la propia UE-.
 
 En cuanto a las causas metodológicas, las principales podrían 
        relacionarse con, en primer lugar, las asincronías en los avances 
        en los otros dos frentes negociadores importantes para la UE y el Mercosur, 
        esto es, la OMC y el ALCA. Recordemos que en los tres casos se había 
        previsto concluir al final de este año. En segundo lugar, con discontinuidades 
        y fragmentaciones en la conducción de las negociaciones, especialmente 
        del lado del Mercosur, como consecuencia de su perfil institucional. Y 
        en tercer lugar, con una cierta desconexión operativa entre la 
        visión política y estratégica de alto nivel -en particular 
        en el caso de la UE, tal como se reflejara en las Cumbres recientes- y 
        lo que ocurría en las negociaciones. Ha flotado la sensación 
        de un insuficiente oxígeno político para las negociaciones 
        por la parte con más responsabilidades políticas debido 
        a su mayor dimensión y grado de desarrollo relativo.
 
 Lo recomendable ahora es que, al continuar negociando, ambas regiones 
        evalúen y capitalicen la experiencia acumulada en los años 
        recientes. El peor escenario podría ser el pretender continuar 
        el proceso negociador sin una correcta apreciación de las causas 
        de los resultados logrados.
 
 El sector empresario debería tener un papel significativo en esta 
        evaluación y en la formulación de cursos de acción 
        que permitan lograr un acuerdo, a la vez equilibrado y razonablemente 
        ambicioso. Ello requeriría un mayor esfuerzo de coordinación 
        entre los empresarios del Mercosur.
 
 Sin perjuicio de otros, un interés por así hacerlo, al menos 
        del lado del empresariado del Mercosur, debería estar vinculado 
        con el hecho que otras regiones y países -como es el caso concreto 
        de Chile- ya han logrado un acceso preferencial para sus bienes y servicios 
        en el mercado de la Unión Europea. Lo mismo ocurre con los Estados 
        Unidos.
 
 Pero también debería estar vinculado con el hecho que la 
        no conclusión de las negociaciones, puede contribuir a erosionar 
        aún más la imagen debilitada de un Mercosur que tiene fuertes 
        dificultades de credibilidad, tanto internacional como en los ciudadanos 
        e inversores de la propia región. Debemos recordar que la base 
        de la legitimidad social del Mercosur, es el ser percibido como una efectiva 
        plataforma conjunta para la transformación productiva de cada país 
        miembro, y para negociar con terceros países y regiones reglas 
        de juego que les permitan mejor competir en la economía mundial.
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    | Félix Peña es Director 
        del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director 
        de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la 
        Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité 
        Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). 
        Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar 
        trayectoria. |  
 
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