| El 1° de noviembre se abre una nueva etapa en las negociaciones hemisféricas 
        de libre comercio. Dos hechos son destacables.  El primero es que se inicia una experiencia inédita de presidencia 
        conjunta de los Estados Unidos y de Brasil. El segundo, que deberá 
        avanzarse en modalidades concretas de negociación, en especial 
        el alcance de las ofertas de acceso a los respectivos mercados.  La presidencia conjunta plantea tres desafíos: lograr éxito 
        en las negociaciones; reflejar la posición de todos los países 
        -en el caso del Brasil, también las del Mercosur-, y evitar la 
        tentación de un entendimiento bilateral excluyente entre los Estados 
        Unidos y Brasil.  En cuanto a Brasil, el dato relevante por tener en cuenta es el hecho 
        de que tendrá un nuevo gobierno a partir del 1° de enero.  Lula -el candidato con más posibilidades de triunfar-, ha sido 
        crítico del enfoque del Á rea de Libre Comercio de las Américas 
        (ALCA). Pero sabe que tiene que negociar y su perfil político es 
        el de un negociador nato.  Si triunfa el 27 de octubre, deberá clarificar los objetivos y 
        modalidades de negociación que su gobierno considerará fundamentales. 
        Es razonable prever que valorará la importancia que para el futuro 
        del Brasil tendrá el alcanzar un acuerdo con los EE.UU., sustentable 
        y satisfactorio a los intereses de su país. Ha sido claro en cuanto 
        a la importancia que atribuye a la Argentina y al Mercosur.  La convergencia de intereses en el Mercosur, se asienta en cuatro puntos: 
        la prioridad de las cuestiones agrícolas, la defensa comercial 
        y el balance en el acceso de bienes y servicios; la articulación 
        de las negociaciones del ALCA -¿o del "4+1"?-, con las 
        de la UE y la OMC; preservación de la identidad y la preferencia 
        económica en un Mercosur de dimensión sudamericana, y funcionalidad 
        de las negociaciones con las estrategias nacionales de transformación 
        productiva y social. Esta es la posición que, en los hechos, han 
        sostenido desde el comienzo de los 90 los diferentes gobiernos en el Mercosur. 
       En cuanto a los EE.UU., hubo declaraciones recientes sobre el itinerario 
        por seguir y los puntos relevantes en la construcción de un espacio 
        de libre comercio hemisférico, funcional a su estrategia de seguridad 
        y de libre comercio global. Dos presentaciones de su negociador comercial, 
        Robert Zoellick, requieren ser leídas con detenimiento. Una, el 
        1° de octubre en Washington, donde desarrolló el vínculo 
        entre las estrategias globales de seguridad y de libre comercio. La otra, 
        el 15 de octubre en Miami, cuando puso de relieve la estrategia de libre 
        comercio en el hemisferio.  Señales de EE.UU.  En mi opinión, los principales mensajes son: seguridad y libre 
        comercio son indisociables en la estrategia global y hemisférica 
        del presidente Bush. Existe una disposición para avanzar con quien 
        esté preparado para hacerlo, ya sea en el plano bilateral o en 
        el multilateral global y regional. Además, hay una vinculación 
        entre los objetivos políticos con los comerciales y se da una transparencia 
        y participación de la sociedad civil. También se da una 
        articulación con otros instrumentos (Programa Hemisférico 
        de Cooperación y Desafío del Milenio) para facilitar el 
        éxito de los países dispuestos a profundizar sus sistemas 
        democráticos y a modernizar sus economías.  En la próxima reunión ministerial de Quito, debe avanzarse 
        en definiciones respecto de varias cuestiones relevantes de las negociaciones. 
        Una es la relacionada con el alcance de las ofertas negociadoras que deben 
        perfeccionarse hacia el 15 de julio. Según las tratativas que se 
        lleven adelante, surgirán dos perfiles diferentes del ALCA: el 
        de una verdadera zona de libre comercio regional, en la cual las preferencias 
        se otorgan por todos a todos, o el de una red de acuerdos bilaterales 
        o plurilaterales, algo así como el modelo Aladi. |