|  La primera vuelta electoral ha puesto de manifiesto la fuerza de la 
        democracia en el Brasil y su vitalidad para encausar cambios pacíficos 
        en una sociedad compleja. En urnas electrónicas de tecnología 
        brasilera, millones de ciudadanos se han expresado en libertad sobre su 
        futuro Presidente, sus gobernadores y representantes en el Congreso. 
 El ejemplo de las elecciones en el Brasil, por el grado de participación 
        ciudadana y por la amplitud del debate previo, es buena noticia para quienes 
        valoran la democracia en América del Sur. Indica que el camino 
        de la sociedad abierta, del pluralismo político y de la libertad 
        de expresión, es el que permite a nuestros países afrontar 
        las fuertes dificultades internas y externas que hoy confrontan.
 
 Por ello los socios del Brasil, observarán con atención 
        las definiciones concretas de Lula y de Serra, sobre cómo encararán 
        los serios desafíos que enfrenta el Brasil. Buscarán evidencias 
        de que pueden generar confianza, y de que tienen la capacidad de articulación 
        que requiere conciliar demandas contradictorias de mercados y de ciudadanos. 
        En todos los frentes -el fiscal y el financiero, el social, el de la seguridad 
        interna, el internacional-, hoy los ciudadanos de nuestros países 
        aspiran tener Presidentes que muestren cualidades de negociación, 
        y la firmeza y el pragmatismo del estadista. Buscan pilotos de tormentas 
        que sepan adonde ir. Que generen un optimismo razonable sobre el futuro.
 
 Lo que finalmente resulte de los procesos electorales del Brasil y de 
        la Argentina, tendrá importancia para alianza estratégica 
        entre ambos países, de la cual el Mercosur es su principal instrumento. 
        Es una alianza que empezó a construirse a partir del retorno de 
        la institucionalidad democrática. Sigue teniendo validez como forma 
        de desarrollar un marco regional favorable a los necesarios esfuerzos 
        internos de cada uno de los socios, y de lograr una participación 
        inteligente y activa en las negociaciones comerciales en la OMC, con los 
        Estados Unidos en el ALCA, con la Unión Europea, con países 
        latinoamericanos y del resto del mundo.
 
 En el caso de las elecciones en el Brasil, los socios esperarán 
        definiciones explícitas sobre cómo revertir el deterioro 
        del Mercosur. Lula ha sido más claro. Serra más ambiguo. 
        Su propuesta de retroceder a una zona de libre comercio, tal como ha sido 
        avanzada presenta distintos problemas. En primer lugar, tiene problemas 
        técnicos y legales, ya que no es una figura prevista en el Tratado 
        de Asunción. Lo que se negoció fue la completa eliminación 
        de aranceles y de restricciones no arancelarias, y el establecimiento 
        de un arancel externo común, adoptado luego en la Cumbre de Ouro 
        Preto, todo ello como paso previo a un mercado común, que siempre 
        se lo entendió como un objetivo de largo plazo. Si se quisiera 
        modificar el objetivo y limitarlo a una zona de libre comercio, habría 
        que cambiar lo pactado formalmente. Ello implicaría renegociar 
        todo de vuelta, ya que el arancel cero intra-Mercosur fue acordado en 
        el supuesto de la preferencia económica resultante del arancel 
        externo común. Habría que definir qué sectores quedarían 
        eventualmente excluidos y como ocurriera en el caso del NAFTA, habría 
        que negociar reglas de origen específicas, a fin de asegurar la 
        efectividad de una preferencia económica intra-Mercosur. En segundo 
        lugar, cabe analizar si no se estarían afectando derechos adquiridos 
        de quienes invirtieron, en función de una unión aduanera. 
        En tercer lugar, habría que considerar la pérdida de credibilidad 
        externa que podrían tener los nuevos compromisos que se asumieran 
        para constituir la zona de libre comercio. ¿Porqué ciudadanos, 
        inversores y terceros países, deberían creer que esta vez 
        sí cumpliríamos con lo pactado, si no lo hubiéramos 
        hecho con los pactos anteriores?.
 
 Si lo que se busca es cierta flexibilización en el plano de las 
        negociaciones comerciales, ello podría lograrse sin abandonar el 
        instrumento de la unión aduanera. La ambigüedad del artículo 
        XXIV-8 del GATT 1994 brinda espacio a la heterodoxia creativa. Finalmente, 
        ni la Comunidad Europea ni el NAFTA, fueron productos de libros de textos. 
        Fueron construcciones creativas en función de los intereses nacionales 
        de los socios, en el marco de compromisos internacionales sumamente flexibles 
        como los del GATT.
 
 Lo importante es tener claro si es que realmente se valora la alianza 
        estratégica entre la Argentina y el Brasil, y si es que se considera 
        que un Mercosur "aggiornado", puede ser un instrumento útil 
        para tornarla irreversible. Si así fuera, cuatro son los planos 
        que requieren acción más inmediata en el Mercosur. Es sobre 
        ellos que deben pronunciarse los candidatos, tanto en el Brasil como en 
        la Argentina. El primero, es cómo lograr una efectiva preferencia 
        económica en el marco de una unión aduanera que puede ser 
        de múltiples velocidades y de geometría variable. Una ventaja 
        es que permitiría negociar con pragmatismo la inclusión 
        de Chile como miembro pleno del Mercosur. El segundo es cómo establecer 
        un mínimo de disciplinas colectivas -macroeconómicas, comerciales 
        y sectoriales-, que se cumplan en la práctica, restringiendo la 
        propensión a comportamientos discrecionales unilaterales. El tercero 
        es cómo obtener una mayor eficacia en los mecanismos de decisión 
        y de solución de controversias. Y el cuarto y fundamental, es cómo 
        crear un clima de razonable lealtad y confianza recíproca entre 
        los socios, en particular en el plano de sus relaciones con terceros países.
 
 Son cuatro planos de acción necesarios para que los socios del 
        Mercosur puedan encarar juntos, difíciles pero ineludibles negociaciones 
        con los Estados Unidos y con la Unión Europea. Negociar individualmente 
        puede ser una tentación atractiva. Pero puede tener costos en capacidad 
        de negociación y en dilución de un espacio regional funcional 
        a la democracia, la modernización económica y social, y 
        la inserción competitiva en el mundo. Diluir los logros políticos 
        y económicos ya obtenidos con el Mercosur, no parece una acción 
        recomendable ni valorada por nuestras opiniones públicas.
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