| La restauración del 4+1 abre el abanico de opciones en la construcción de un   acuerdo comercial con los Estados Unidos. 
 La iniciativa de retomar esta   vía de diálogo y negociación es del Mercosur y se inserta en el cuadro más   amplio de decisiones políticas adoptadas en la Cumbre de Asunción.
 
 Implica enviar señales a ciudadanos, mercados y terceros países sobre la   vigencia de la idea estratégica que originó el Mercosur -plataforma política y   económica para competir y negociar mejor en el mundo- y sobre la decisión de   perfeccionar y, en lo necesario, redefinir criterios, métodos de trabajo y   reglas de juego.
 
 Washington captó la señal y dio una respuesta, a la vez   cautelosa y positiva. En su primera encarnación, el 4+1 -acuerdo relativo a un   consejo sobre comercio e inversión entre el Mercosur y los Estados Unidos- fue   una tarjeta de presentación en sociedad del recién creado Mercosur. Firmado en   junio de 1991, en ocasión de la visita del entonces presidente de Brasil a   Washington, se lo conoció también como el Rose Garden Agreement.
 
 En   señal de equilibrio en su inserción internacional, el Mercosur inició también el   camino que conduciría, en 1995, al acuerdo de Madrid con la Unión Europea. La   iniciativa que llevó al acuerdo 4+1 fue de Carla Hill, entonces negociadora   comercial norteamericana, en octubre de 1990. El anuncio formaba parte de una   estrategia de concluir acuerdos de consulta en comercio e inversiones con otros   países. Al promediar 1991, se habían firmado cerca de 30.
 
 A la vez que   comenzaban las negociaciones que conducirían al Tratado de Libre Comercio de   América del Norte (Nafta), los acuerdos celebrados con países latinoamericanos   fueron presentados como parte de la Iniciativa de las Américas, lanzada por el   entonces presidente George Bush (padre) el 27 de junio de 1990.
 
 Por otro   lado, el 4+1 fue negociado simultáneamente con el Tratado de Asunción. Esto   simbolizaba la idea del Mercosur como parte de una estrategia más amplia de   inserción en el hemisferio y en el mundo, una idea que sigue siendo válida hoy.
 
 Los Estados Unidos resistieron la idea de que el acuerdo era con el   Mercosur. En su percepción, 4+1 era igual a cinco. Pero el Mercosur impuso el   concepto de que 4+1 es igual a dos: el consejo sólo puede reunirse con la   presencia de los cuatro socios.
 
 Esto se simbolizó en la primera de las   reuniones, en Washington, en noviembre de 1991. La delegación del Mercosur   cambió el formato de la mesa original, con cinco lados, transformándola en una   con dos lados.
 
 Tanto la negociación del acuerdo como las primeras   reuniones fueron ejercicios de negociación conjunta, siendo vocero el país   coordinador y celebrando reuniones previas para preparar las posiciones por   defender. Funcionó bien.
 
 El contenido se apartó del formato estándar de   otros acuerdos-marco celebrados por los Estados Unidos. El peso de la   negociación se centró en 24 considerandos. El Mercosur puso énfasis en el número   21: "Reconociendo la importancia de la liberalización mundial del comercio   agrícola y de una reforma fundamental en las políticas agrícolas, incluso   evitando los subsidios a las exportaciones entre las Partes y en terceros   mercados".
 
 Esa idea fue una cuestión central para el Mercosur. Se pensó   en una fórmula similar a la del artículo 701 del tratado de libre comercio entre   Estados Unidos y el Canadá. Sigue siendo hoy, también, una idea válida.
 
 Fórmula singular
 
 Otra cuestión en la que se apartó   de los acuerdos-marco fue en los objetivos del Consejo Consultivo, especialmente   el punto 2 del artículo 5. En la fórmula presentada por la Oficina del   Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR, en inglés), el consejo   debía "efectuar el seguimiento del comercio y las relaciones de inversión,   identificar oportunidades para la liberalización del comercio y la inversión y   negociar acuerdos cuando fuera apropiado".
 
 Brasil planteó una   modificación para evitar la aprobación parlamentaria. De allí se incluyó la   expresión "negociar proyectos de acuerdo".
 
 Es claro entonces que el 4+1   nació como un ámbito de consulta, pero que podía servir para negociar acuerdos   tendientes a la liberalización del comercio y las inversiones. No se utilizó la   expresión "acuerdo de libre comercio", que sí figura en el tratado de Estados   Unidos con Chile.
 
 Pero, para el gobierno norteamericano, el 4+1 podía   ser el camino hacia un acuerdo de libre comercio. Así lo reconoció en la   Organización de Estados Americanos (OEA) el entonces subsecretario del Tesoro,   David Mulford, el 17 de enero de 1991.
 
 El 4+1 comienza a vivir su   reencarnación. Sigue siendo un ámbito de consulta sobre comercio e inversión y   no es prudente exagerar las expectativas, pero está previsto que puede ser   también un espacio de negociación, al menos de proyectos de acuerdo, incluso de   libre comercio.
 
 Su nueva vida dependerá de la habilidad con la que las   consultas se orienten para generar una vía alternativa o complementaria al Area   de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que puede ser funcional a la idea de   fortalecer el Mercosur como un interlocutor válido en el escenario   internacional.
 
 Lo necesita. Es algo que conviene a sus socios y, por   cierto, a la Argentina.
 
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