| Los resultados de la Cumbre del Mercosur de Asunción han sido muy positivos. Eso   es así por lo menos por tres motivos. 
 El primero es que se han   reafirmado al más alto nivel político los objetivos estratégicos del Mercosur y   su principal instrumento económico, que es el funcionamiento efectivo de una   unión aduanera con un arancel externo común (AEC) como paso previo al desarrollo   del mercado único.
 
 En un comunicado claro y conciso, los presidentes se   manifestaron conscientes de su responsabilidad histórica de mantener el rumbo   del proceso de integración. A la luz del clima imperante hasta días antes de la   cumbre, esta reafirmación implica una nítida definición política que termina con   un debate confuso y estéril sobre el bloque, su valor y su destino.
 
 El   segundo motivo es que se ha reconocido la necesidad de introducir una revisión   de fondo del AEC. A tal efecto se creó un grupo de alto nivel para examinar la   consistencia y dispersión de la actual estructura del gravamen.
 
 Será   importante en esa tarea evitar algunos de los errores metodológicos que   caracterizaron la negociación arancelaria que culminó en Ouro Preto. Es   recomendable incorporar al proceso de negociación del nuevo AECa técnicos   independientes que puedan contribuir a la articulación de los distintos   intereses nacionales en juego. Sería un paso audaz en la dirección de superar   las dificultades que surgen cuando se pretende negociar sin la presencia de una   opinión técnica que aporte una visión de conjunto y de largo plazo para la   elaboración de un instrumento central de la política comercial del Mercosur.
 
 Alguna modalidad de vinculación de Chile con este ejercicio permitiría   explorar fórmulas que faciliten su integración plena al Mercosur, aprovechando   la flexibilidad que surge del artículo XXIV del GATT (1994).
 
 El tercero   es que se reafirma la decisión de negociar como bloque en el ALCA y con la Unión   Europea (UE).
 
 Pero, sobre todo, se acordó activar el acuerdo marco de   consulta sobre comercio e inversiones firmado con los Estados Unidos en 1991.   Ese acuerdo creó un Consejo Consultivo sobre Comercio e Inversiones, con mandato   explícito para identificar oportunidades para la liberalización del comercio y   la inversión "y negociar proyectos cuando fuere apropiado".
 
 En la   misma línea
 
 En Asunción se dieron tres pasos significativos para   facilitar la utilización de esta vía, que no necesariamente se contradice con el   desarrollo del ALCA.
 
 El primer paso es la organización de un grupo   integrado por un negociador de tiempo completo por cada socio y con un   coordinador, que convendría que corresponda al país que ejerce la presidencia   temporal del Mercosur. El segundo ha sido invitar al presidente del Banco   Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, personalidad de gran   prestigio internacional y que goza de la confianza de todos los socios, para que   colabore como asesor principal del grupo negociador. El tercero fue atribuirle a   este grupo, como primera prioridad, la definición consensual de una plataforma   común de negociación, lo que necesariamente estará vinculado con la redefinición   del AEC.
 
 Cabe esperar una reacción positiva de la administración   norteamericana que implique retomar lo que en su momento contó con todo el   respaldo del entonces presidente George Bush padre.
 
 Los resultados de   Asunción despejan el camino para dar un salto adelante en el Mercosur. Se suele   afirmar que los contextos internos no son los más favorables para los   emprendimientos ambiciosos en la región. Sin embargo, también podría sostenerse   que restaurar la credibilidad en el Mercosur y su eficacia -y es mucho lo que   hace falta avanzar en tal sentido- contribuirá fuertemente a la necesaria   autoconfianza e imagen externa de cada socio. Eso es fundamental a la hora de   convencer a los inversores -propios y ajenos- de que nuestros países, más allá   de sus serias dificultades, tienen futuro y voluntad de crecer y de mejorar su   inserción competitiva en la escala global.
 
 La opción de los presidentes   ha sido clara y retoma la tradición de los momentos fundacionales del Mercosur:   crear una plataforma común abierta a competir y negociar con todo el mundo. Les   cabe ahora a todos los socios seguir trabajando para mejorar sustancialmente la   calidad institucional del bloque, lo que no implica nuevos ni complejos órganos,   pero sí pocas reglas de juego claras, de fácil acceso y que se cumplan. Es un   prerrequisito para que inversores y terceros países lo tomen en serio.
 
 No es ésa la situación actual, y hay varios ejemplos que ilustran la   cuestión (protocolos que no han sido ratificados; normas que no han sido   incorporadas al derecho interno o que lo son con procedimientos cuestionables,   como es el de la sola protocolización en la Aladi de acuerdos tan importantes   como el automotor, o normas internas de dudosa conciliación con las del   Mercosur).
 
 En tal sentido, una contribución a la necesaria transparencia   en las reglas de juego ha sido la publicación inmediata de toda la documentación   de Asunción en el sitio oficial del Mercosur (http://www.mercosur.org.uy).
 
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