| El Brasil ha adoptado medidas que de hecho restringen sus importaciones. 
        Ese
        es claramente el objetivo. No ha exceptuado al Mercosur. Este comportamiento
        unilateral abarca, pero trasciende, el plano de las relaciones bilaterales 
        con
        la Argentina. De hecho, ha planteado una cuestión que debe ser 
        resuelta por el
        Mercosur. El 85% del comercio exterior del Brasil se efectúa fuera del Mercosur. 
        De ahí
        que sea comprensible la sensibilidad de Brasilia frente a las reacciones 
        que
        se puedan producir en el ámbito de la OMC. El argumento sería 
        que no pueden
        exceptuar al Mercosur, reconociendo que es una medida restrictiva del 
        comercio
        incompatible con el Tratado de Asunción, pues ello tornaría 
        vulnerable las
        medidas en Ginebra. Frente a la OMC, las medidas serían justificables 
        por
        emergencia de balanza de pagos, pero ello requiere la presentación 
        y
        aprobación del Fondo Monetario Internacional. El Mercosur debe abordar la cuestión explícitamente. El 
        ámbito podría ser el
        Consejo, que puede reunirse de inmediato en forma extraordinaria. Tiene
        competencia para ello. Una decisión del Consejo relacionada con 
        el
        financiamiento y pago de las importaciones entre los socios, podría 
        dar base
        jurídica para exceptuar al comercio intra-Mercosur de este tipo 
        de medidas de
        índole financiera, en todos los casos y no sólo en el actual 
        del Brasil.
        Siendo una medida del Mercosur resultante lógica del establecimiento 
        de una
        Unión Aduanera compatible con el artículo XXIV del GATT, 
        permitiría legitimar
        la medida provisoria 1539 ante la OMC. Se preservaría así 
        la idea del Mercosur
        como un proyecto estratégico orientado a crear un mercado interno 
        en el que el
        comercio recíproco se efectúe sin restricciones de ninguna 
        índole. Hay que extraer por lo menos dos lecciones de esta nueva crisis. La primera 
        es
        que son necesarios mecanismos de consulta estables del Mercosur, que permitan
        una comunicación fluida y sistemática -no espontánea- 
        entre los responsables
        de las respectivas políticas económicas, a fin de atenuar 
        el impacto de
        cualquier política de ""hechos consumados"". 
        La segunda es que se requ
        institucionalizar la flexibilización del Mercosur, esto es, prever
        explícitamente válvulas de escape para situaciones de emergencia 
        económica o
        para dificultades sectoriales transitorias, que permitan encararlas de 
        acuerdo
        a procedimientos claros y transparentes, y con criterios objetivos apreciados
        por el conjunto de los socios y no unilateralmente. |