| Dos son los principales problemas que plantea en lo inmediato la participación 
        Argentina en el MERCOSUR. Los dos tienen, en mi opinión, solución 
        dentro de los compromisos políticos y jurídicos que hemos 
        asumido con el brasil, y con nuestros asociados. EL primer problema es el del fuerte desequilibrio que en 1992 tendrá 
        el comercio bilateral entre la Argentina y el Brasil. La cuestión 
        debe ser concretamente planteada. Desde el punto de vista de nuestros 
        compromisos mutuos, lo que importa actualmente es el hecho mismo del desequilibrio 
        y no necesariamente sus causas que se invocan por empresarios y analistas, 
        tales como el nivel de actividad económica en el brasil o las respectivas 
        paridades cambiarias, u otras asimetrías económicas de tipo 
        estructural, tiene que ser objeto de discusión bilateral simultáneamente 
        con los avances que se vayan logrando en la indispensable interdependencia 
        macroeconómica. Ello requiere a la vez de tiempo y de un nivel 
        de interdependencia económica bilateral mucho mayor que el actual. 
        Por el momento ambas economías siguen siendo marginales, una con 
        respecto a la otra, como para que las principales variables macroeconómicas 
        puedan ser tratadas en función solo de la relación bilateral. En cambio el hecho del profundo desequilibrio si es materia de tratamiento 
        bilateral urgente. Desde que en 1985 se avanzara en el Programa de Integración 
        y Cooperación entre los dos países, quedo claro en los compromisos 
        jurídicos que la relación debía ser equilibrada. 
        Y por los mecanismos que entonces se previeron, también resultaba 
        claro que lo que se quería evitar eran desequilibrios profundos. 
        El actual lo es. Las tendencias indican que superara este año el 
        30 % del intercambio bilateral. Las reglas de juego vigentes permiten encontrar soluciones. Es cuestión 
        de aplicarlas. Lo primero que se requiere es que se reconozca que el desequilibrio 
        como tal es un problema indeseado por los asociados. Cualquiera que sea 
        la causa. Es reconocer que la alianza estratégica no persigue como 
        objetivo de canibalizacion de los respectivos sectores productivos. AL 
        contrario, supone la expansión de la demanda interna en condiciones 
        de estabilizada macroeconómica de los cuatro países, para 
        mejor competir en los mercados mundiales. Los compromisos han sido adoptados 
        a partir de este supuesto. Una vez aceptado que hay un problema común, el menú de 
        opciones para corregir la situación, dentro del marco de las actuaciones 
        reglas de juego, es amplio. Las reglas de juego resultan para los cuatro 
        países del Tratado de Montevideo de 1980 y del Tratado de Asunción 
        de 1991. Para cada par de países existen además reglas de 
        juego específicas que se aplican durante el periodo de transición, 
        es decir hasta diciembre de 1994. En el caso de la Argentina y el Brasil, 
        tales reglas especificas surgen del Acuerdo de Complementación 
        Económica N° 14 (ACE 14), celebrado en el marco de la ALADI 
        y del Tratado de Integración Bilateral de 1988. Tales opciones incluyen la reducción mas acelerada de las tarifas 
        que aplica el Brasil a sus importaciones del MERCOSUR, llegando incluso 
        a cero; Las restricciones voluntarias a la exportación; la ampliación 
        sustancial de cupos a la importación que aun se aplican para algunos 
        productos; un tratamiento mas preferencial en licitaciones y en compras 
        del Estado, etc. La amplitud del ACE 14 permite entonces encontrar soluciones, 
        si es que existe voluntad política y se reconoce la importancia 
        crucial de la cuestión. Las recientes declaraciones del muevo ministro 
        de Agricultura del Brasil, en cuanto al objetivo de autoabastecimiento 
        alimentario y restricciones en las compras del trigo, no contribuyen a 
        la necesaria demostración de sensibilidad política frente 
        al problema del desequilibrio comercial. Políticamente, es urgente 
        producir hechos comerciales positivos y significativos que demuestren 
        el interés del Brasil de fortalecer el MERCOSUR. El segundo problema es el de la credibilidad en que se pueda lograr para 
        diciembre de 1994, el grado de coordinación macroeconómica 
        que requiere el funcionamiento de la unión aduanera. Los inversores 
        tienen sobre todo dudas en cuanto a que todos los asociados hayan logrado 
        en aquel entonces, el suficiente control macroeconómico. Dada la 
        dinámica de cambio económico interno en cada país, 
        resultado de las políticas de ajuste y de transformación 
        productiva, y del mas profundo cambio que se esta operando en la economía 
        mundial, resulta prematuro aventurar pronósticos sobre el estado 
        en que se encontraran en 1994 las cuatro economías. Y muchas otras 
        también. Lo importante es que se preserven los tres puestos bajos 
        los cuales se concreto el MERCOSUR: la consolidación de la democracia, 
        la transformación productiva para superar la obsolencia tecnológica 
        y la inserción competitiva en la economía mundial. Si se 
        mantiene firme la dirección hacia tales objetivos, las reglas de 
        juego permiten otorgar al proyecto de integración de toda la flexibilidad 
        necesaria para adoptarlo a las realidades. El hecho que en Las Leñas se haya acordado, que a partir del 1° 
        de enero de 1995 se requerirá un nuevo cronograma de medidas a 
        adoptarse para lograr el pleno funcionamiento del mercado común, 
        implica un reconocimiento al mas alto nivel político, que aun habiéndose 
        alcanzado al finalizar el periodo de transición el objetivo de 
        la unión aduanera será necesario luego recorrer quizá 
        u largo camino para perfeccionar el objetivo mas ambicioso del mercado 
        común, por ejemplo en lo que se refieren la circulación 
        de factores de la producción. Pero incluso en lo que se refiere 
        a la unión aduanera, los compromisos asumidos no impedirían, 
        que si fuera necesario, su pleno funcionamiento en todos los sectores 
        pudiera requerir de algún tiempo adicional. Es algo que habrá 
        que decidir con pragmatismo a medida que avance el periodo de transición 
        y a la luz de las realidades económicas concretas que se encaren. La suma de la voluntad política y de una aplicación inteligente 
        de las actuales reglas de juego del MERCOSUR, deberían permitir 
        conciliar flexibilidad con seguridad jurídica e ir sorteando, en 
        la practica, las previsibles dificultades de una alianza económica 
        de esta naturaleza. |