| "Una alianza político-económica para que juntos desarrollemos 
        un papel en la economía mundial y conquistemos espacios propios 
        en ella": así definió al MERCOSUR el ministro de economía 
        del Brasil, en su entrevista de días pasados con El Cronista. Es precisamente esa la esencia del MERCOSUR: su carácter de respuesta 
        estratégica a los grandes desafíos que este fin de siglo 
        plantea a nuestros países. Por eso es un proyecto eminentemente 
        político. Se equivocan quienes creen que es predominante un proyecto 
        económico o comercial. Tres hechos recientes sustentan el acierto 
        del enfoque estratégico que comenzara a desarrollarse en plenitud, 
        a partir de los acuerdos entre la Argentina y el Brasil en 1985. Los tres 
        están señalando con claridad los riesgos que tienen los 
        países, que no buscan junto con otros un espacio propio en la economía 
        mundial. El primero, es la conclusión de las negociaciones de Nafta, 
        que introduce el mundo de los bloques económicos a gran escala 
        en nuestro propio hemisferio. El segundo es Maastrich, que nos indica 
        una Europa que con crecientes dificultades intenta consolidar su gran 
        mercado único. Y el tercero, es el anuncio de la administración 
        republicana de una masiva exportación de productos agrícolas 
        subsidiados, que agrega sombras adicionales a las ya inciertas perspectivas 
        de la Rueda Uruguay. La Argentina y el Brasil son global traders con intereses económicos 
        externos muy diversificados. Sus exportaciones se dirigen a todo el mundo. 
        Incluso su relación comercial reciproca es relativamente marginal 
        para cada uno de ellos. Son además global traders que han perdido 
        en los últimos años competitividad internacional, medida 
        esta en términos de participación en las importaciones de 
        la OECD. Y saben que ello ha ocurrido pues se han tornado relativamente 
        obsoletos desde el punto de vista tecnológico. No han podido incorporar 
        el progreso técnico con el dinamismo que requiere la competencia 
        económica mundial. Precisamente por eso se unen.Se ha hablado de "invasión de productos brasileño". 
        Y s representa ello como forma cada vez mas manifiesta, que habría 
        habido ingenuidad en el diseño de la alianza y al menos apresuramiento.
 Creo que frente a los problemas, lo primero que cabe es precisar los 
        hechos y tratar de acotar sus alcances. Un análisis detenido de 
        las corrientes de comercio bilateral en el primer semestre de este año, 
        efectuado a partir de las cifras preliminares de origen brasileño 
        que se dispone, permitiría apreciar cuanto del déficit se 
        debe a que en algunos sectores -por Ej. El automotriz- no se han podido 
        alcanzar las metas de exportación que se habían previsto, 
        como consecuencia fundamentalmente de la reactivación de la demanda 
        interna. O cuanto se debe a una mayor demanda de equipamiento de nuestra 
        industria y en general, a un mayor nivel de actividad económica 
        interna. O cuanto a desvío de comercio que de todas formas se habría 
        originado en terceros países, por ejemplo los del sudeste asiático. Donde haya problemas reales de aumentos sustanciales de las importaciones 
        originadas en Brasil, que produzcan o amenazan producir daños a 
        la industria local en sectores concretos, y que puedan ser atribuidas 
        a la preferencia MERCOSUR, entonces si cabe aplicar las medidas previstas, 
        sea en el Tratado de Asunción o en el Acuerdo de Complementación 
        Económica numero 14, que durante el periodo de transición 
        rige en las relaciones bilaterales. Desde el punto de vista político, 
        será necesario también sustentar en el corto plazo esta 
        alianza estratégica, evitando que intereses comerciales la sometan 
        a una tensión excesiva. La alianza estratégica entre la Argentina y el Brasil es demasiado 
        importante como para que naufrague por cuestiones comerciales coyunturales. 
        Pero asimismo, los problemas comerciales pueden ser lo suficientemente 
        serios como para que las dos partes no reconozcan que existen, o no hagan 
        - en el marco de las reglas de juego libremente pactadas - lo necesario 
        para encararlos. |