| I. La inserción internacional de una Argentina renovada La actual estrategia de inserción argentina en la economía 
        mundial, deriva de la opción que ha hecho el país por la 
        democracia, la modernización económica a través de 
        la incorporación del progreso técnico y en condiciones de 
        equidad social, y por la competitividad a escala global Es por lo tanto, 
        la expresión externa de una Argentina que ha encarado en los últimos años 
        un profundo proceso de transformación, para superar los rasgos 
        de sociedad introvertida y poco competitiva que la caracterizaron durante 
        las últimas décadas. Responde tal estrategia, a un consenso nacional que se ha desarrollado 
        tras el retorno del país a la democracia, en el sentido de lograr 
        la consolidación de valores e instituciones propios de una sociedad 
        que aspira a ser abierta y pluralista, y que comienza a percibirse con 
        un gran potencial para competir con mayores ventajas que antes, en el 
        escenario económico global de este fin de siglo. Lo antes afirmado refleja sin dudas, una visión optimista de una 
        sociedad que tuvo una fuerte tendencia en las últimas décadas, 
        a percibirse como marginada y marginal en el escenario mundial, especialmente 
        en su relación con los países de la OECD. Más allá 
        de los datos objetivos que ilustran tal marginalidad en términos, 
        por ej. de participación relativa en las importaciones de la OECD, 
        quizá lo mas grave fue la incidencia que los datos de la realidad 
        tuvieron en la idea que la sociedad se formó sobre su lugar en 
        el mundo. La Argentina fue una sociedad marcada durante mucho tiempo por la inseguridad 
        que plantea el síndrome de la pérdida de status, de la decadencia, 
        de lo que en alguna oportunidad se denominó el fenómeno 
        de la atimia. De ahí incluso esa persistente tendencia que hubo 
        en el pasado entre los argentinos a debatir la pertenencia o no al "tercer 
        mundo" o al "primer mundo", o el auge que en los años 
        setenta tuvo la cuestión de la "dependencia" frente a 
        la "inserción en el mundo occidental y cristiano". El desarrollo de una actitud pesimista frente al valor relativo a las 
        posibilidades del país en el mundo, llevó a acentuar un 
        comportamiento internacional defensivo, poco proclive a la competitividad 
        y en cambio inclinado, a magnificar los obstáculos, tales como 
        los que fueron planteando a partir de los años setenta sobre nuestras 
        exportaciones agrícolas, los efectos de la política agrícola 
        común de la CEE. Al perderse los reflejos competitivos, la sociedad 
        y su economía, debilitaron en grado extremo su capacidad para comprender 
        primero y adaptarse luego, a los grandes cambios que se fueron produciendo 
        en la economía mundial, por ejemplo, por el fenómeno del 
        desarrollo que tuvieron las economías del Japón y del Sudeste 
        Asiático. No es el de la Argentina en tal sentido un caso único. Por lo 
        contrario la historia demuestra que constantemente las naciones, como 
        los individuos, afirman su identidad en la percepción que tienen 
        -basada en una mezcla variable según los casos, de factores subjetivos 
        y objetivos- de su importancia relativa en el mundo que las rodea. De 
        Gaulle lo señalaba para el caso de Francia en la introducción 
        misma de sus Memorias, el "euro-optimismo" lo refleja recientemente 
        en el caso de Europa y la incomodidad que produjo en los Estados Unidos 
        el libro de Paul Kennedy, también nos indica que ni los mismos 
        americanos escapan a la inseguridad que produce el ser percibidos como 
        decadentes. La furia que en los últimos tiempos producen afirmaciones 
        de líderes japoneses sobre la inferioridad de los trabajadores 
        americanos, ilustra también que el . dejar de ser "número 
        uno" es algo difícil de digerir por una sociedad. Lo cierto es que luego de su espectacular crecimiento desde el anterior 
        fin del siglo hasta los años de la gran crisis económica 
        mundial en los años treinta, la Argentina -especialmente a partir 
        de las postrimerías de la década del cuarenta-, no sólo 
        comenzó a estancarse, sino que empezó a tener serias dificultades 
        objetivas en su real inserción en la economía mundial y 
        por consiguiente, en la percepción de su rol en el mundo. Perdió 
        su relación económica especial con Gran Bretaña, 
        disminuyó su posición privilegiada en el ranking de naciones 
        latinoamericanas y el sector externo de su economía planteó 
        recurrentes crisis económicas internas pasados los primeros años 
        de la posguerra. La historia es conocida y no es necesario recordarla 
        aquí. Pero puede sintetizarse en una realidad expresada en casi 
        todos los indicadores económicos que se consideren, de un aumento 
        creciente por el doble fenómeno del fin de la guerra fría 
        y la globalización de la economía mundial. El colapso del comunismo soviético agotó una de las principales 
        fuentes externas de desestabilización política en la región 
        latinoamericana, que semanifestó especialmente en pronunciadas 
        diferencias con los Estados Unidos acerca de la verdadera naturaleza y 
        los reales alcances de los procesos de cambio que intentaron desarrollarse: 
        en los años 60 y en los 70 en varios de los países hemisféricos, 
        y en el hecho real que la puja Este-Oeste también tenia como campo 
        de acción a América Latina. La última manifestación 
        regional de este fenómeno fue la guerra civil que azotó 
        a Centroamérica durante la última década. La asociación 
        constante entre "cambio", "progreso" y "comunismo", 
        especialmente en la percepción americana y de las élites 
        internas, creó serias dificultades para los procesos democráticos 
        en la región y para muchos de los intentos que se efectuaron en 
        aquellos años para superar algunas de las causas estructurales 
        del atraso económico, a través de reformas fiscales, agrarias 
        y del comercio exterior. El conflicto ideológico este-oeste introducido en la región, 
        frenó la marcha hacia sociedades más abiertas, competitivas 
        y democráticas- que se había i-niciado a finales de los 
        cincuenta, especialmente en el Sur del Continente. Los conflictos internos 
        se radicalizaron, por un lado por la percepción de que todo cambio 
        profundo implicaba, explícita o implícitamente, una opción 
        por el modelo marxista y, por el otro, pues efectivamente en muchos casos 
        el modelo marxista, en su versión soviética o luego china, 
        fue percibido en la puja política interna como una alternativa 
        viable. Lo antes afirmado explica en parte las dificultades que tuvo la Argentina, 
        entre otros países latinoamericanos, de encontrar un modelo económico 
        alternativo al predominante a partir de los años 30, centrado en 
        el rol dinámico del Estado en el desarrollo económico. Los 
        fracasos de los intentos democráticos renovadores de comienzos 
        de los sesenta, hizo que cualquier modelo económico alternativo 
        al dominante, que estuviera basado en el predominio del mercado, de la 
        iniciativa privada y de la competencia económica, comenzara a ser 
        asociado con el autoritarismo, la negación de la democracia y la 
        represión política. El problema se agravó por el 
        hecho que en la práctica, los sistemas buro-cráticos-militares 
        pusieron más énfasis en la retórica del liberalismo 
        económico que en una efectiva transformación de las pautas 
        que regulaban la actividad económica. El temor a la libertad los 
        llevó a confiar más en la acumulación centrada u 
        orientada básicamente en la acción del Estado, que en el 
        efecto de la competencia y de la iniciativa de la sociedad civil. Es posible entonces sostener que la guerra fría tuvo su impacto 
        más negativo en América Latina, al anular en la práctica 
        la posibilidad de la opción por la sociedad abierta en la que la 
        contradicción y la actitud contestataria, en un clima de libertad 
        y en un marco de predominio del Derecho, se pudiera transformar en la 
        fuente más rica de la innovación, la creatividad y, por 
        ende, del progreso social. La falta de competencia política anuló 
        o al menos disminuyó sustancialmente las posibilidades de introducir 
        en la región política económicas eficaces basadas 
        en el mercado y en la competencia económica. Conjugada a partir 
        de 1982 con el agotamiento de las posibilidades de endeudamiento externo, 
        terminó manifestándose en una acelerada obsolescencia tecnológica 
        del aparato productivo y, por ende, en una pérdida creciente de 
        competitivi-dad internacional. La globalización de la economía mundial, a su vez, ha tenido 
        un doble efecto sobre la Argentina y, en general, sobre la región 
        latinoamericana. Por un lado, acentuó la velocidad del desplazamiento 
        de las ventajas competitivas entre las naciones, tanto en relación 
        al comercio mundial como a los flujos de capitales. Como consecuencia 
        de ello, las exportaciones de la Argentina y de los otros países 
        latinoamericanos fueron perdiendo gradualmente competitividad en los mercados 
        de la OECD, en particular frente a las del Sudeste Asiático, y 
        en el Campo agrícola, a las propias de los países de la 
        CEE. Por el otro, aceleró las tendencias a la formación 
        de megamercados, con un enorme potencial para ser, o enormes fortalezas 
        proteccionistas o eficaces plataformas de lanzamiento para competir en 
        los mercados mundiales. Los capitales encontraron más atracción 
        en aquellos países con acceso asegurado a un gran mercado de alto 
        nivel de consumo, que en los de los países latinoamericanos, que 
        además de su desorden macroeconómico ofrecían pocas 
        posibilidades de acceso asegurado al mercado de la Comunidad, de los Estados 
        Unidos o del Japón. Al fenómeno de los "tigres" asiáticos, competidores 
        formidables de los países latinoamericanos, tanto en la atracción 
        de capitales como en la eficacia para penetrar los mercados industrializados, 
        se sumó a partir de 1989, el de las economías de Europa 
        del Este, que quizás apresuradamente fueron percibidas en un primer 
        momento también como temibles competidores potenciales para América 
        Latina, sea en la atracción de financiamiento público internacional, 
        o de inversiones directas o en el otorgamiento de tratamientos comerciales 
        preferen-ciales, especialmente por parte de Europa occidental. Ambos fenómenos pusieron de manifiesto en América Latina 
        y también en la Argentina, que en el mundo de la globalización, 
        los megamercados, la posguerra fría y la poscrisis de la deuda 
        externa, no había muchas alternativas que organizarse para competir 
        como naciones en los mercados mundiales, introduciendo para ello profundos 
        cambios económicos internos, a través de la aplicación 
        de lo que se ha dado en llamar el modelo económico del "consenso 
        de Washington", basado en la apertura comercial, las privatizaciones, 
        la desregulación económica y un gran esfuerzo de incorporación 
        del progreso técnico para alcanzar niveles satisfactorios de competitividad 
        internacional. El muy reciente informe de la CEPAL sobre "Equidad 
        social y transformación productiva: un enfoque integrado" 
        (LCL 668, del 6 de enero de 1992), pone de manifiesto que este modelo 
        puede y debe ser compatible con los esfuerzos para superar el pronunciado 
        deterioro social que produjeron los recientes años de estancamiento 
        en América Latina. De hecho este informe conduce el debate latinoamericano 
        actual hacia un enriquecimiento conceptual y operativo del "consenso 
        de Washington", en búsqueda de políticas que permitan 
        conciliar efectivamente a-juste estructural, transformación productiva, 
        equidad social, democracia y competitividad internacional. II. Un esfuerzo nacional de competitividad internacional El eje central de la actual estrategia de inserción argentina 
        en la economía mundial, cruza por la necesidad de desarrollar un 
        entorno económico externo favorable al triple esfuerzo de consolidación 
        democrática, de transformación productiva y de competitividad 
        internacional. Como en el caso de la mayoría de los países latinoamericanos, 
        el sentido de la estrategia es la creación de un "habitat" 
        externo favorable a los esfuerzos internos de renovación política 
        y económica. La estrategia parte entonces de lo interno hacia lo 
        externo. Proyecta en la acción externa, los valores e intereses 
        de sociedades que quieren afirmar una cultura de la competitividad en 
        todas sus dimensiones, especialmente en lo político y en lo económico. El esfuerzo de competitividad es percibido crecientemente como la resultante 
        de una movilización societal y no sólo como un fenómeno 
        económico centrado en el imperativo de exportar. De allí 
        la preocupación central de afirmar la competitividad de la nación 
        en un sólido tejido de solidaridad y organización societal, 
        que lleva a transformar la cuestión de la equidad social interna 
        en una condición esencial para la inserción competitividad 
        en la economía mundial, tal como lo plantea el antes citado informe 
        de la CEPAL para su Conferencia de abril de 1992. Al partir del cambio interno, la estrategia está íntimamente 
        asociada con los esfuerzos para controlar la macroeconomía y recrear 
        condiciones de estabilidad sólidas para la inversión, la 
        incorporación del progreso técnico, la productividad y la 
        competitividad. Su objetivo principal es tornar la economía nacional 
        en fuertemente atractiva para la inversión productiva, de los propios 
        capitales y de los internacionales. El mensaje al inversionista atraído 
        por las múltiples opciones que se le abren en el mundo, como consecuencia 
        del impacto de la globalización en los flujos de capitales y de 
        tecnología, es de que también invirtiendo en la Argentina 
        puede aspirar a producir competitivamente para penetrar los mercados mundiales, 
        especialmente los de los países de la OECD. De allí que parte del esfuerzo orientado a crear un "habitat" 
        interno favorable a la inversión y a la competitividad, presente 
        además del control de la macroeconomía, por lo menos tres 
        elementos que son esenciales para atraer la inversión: a) la reducción 
        sustancial del "costo argentino" a través de las reformas 
        que se han encarado en materia financiera y fiscal, en el campo energético 
        y de los transportes, y en el laboral; b) la creación de un cuadro 
        jurídico interno que sea competitivo a nivel internacional, para 
        garantizar al inversor, incluyendo la legislación de propiedad 
        intelectual y los convenios de garantía a la inversión extranjera, 
        y c) el apoyo a los esfuerzos de negociación de un marco multilateral 
        favorable a la liberación y expansión del comercio mundial, 
        especialmente en el marco del GATT, así como el trazado de una 
        red de alianzas económicas internacionales que reduzcan o eliminen 
        las incertidumbres en el acceso, desde la Argentina, a los mercados mundiales. Se tiene claro que en una sociedad abierta y pluralista, una estrategia 
        de inserción en la economía mundial no puede ser sólo 
        del gobierno ni su ejecución estar sólo centrada en él. 
        La idea que la acción gubernamental sólo puede facilitar 
        el marco adecuado para la proyección externa de la sociedad civil, 
        en particular de los empresarios. Así como en el plano interno 
        el mayor esfuerzo de competitividad cruza por el nivel empresario, para 
        lo cual sí es necesario crear condiciones estructurales de competitividad 
        a través de la política macroeconómica, también 
        en el plano externo la esencia de la acción cruzará por 
        la que realicen las empresas al proyectar hacia los mercados mundiales 
        su capacidad de producir bienes y de prestar servicios, o al desarrollar 
        una estrategia global y regional de abastecimiento de insumos que permita 
        bajar costos y mejorar sustancialmente la calidad, y por tanto competitividad, 
        de sus productos y de sus servicios. III. Los principales frentes de negociación externa. Cuatro son los principales frentes de negociación externa a través 
        de los cuales se articula la actual estrategia de inserción argentina 
        en la economía mundial: el de la deuda externa, el de la liberalización 
        del comercio mundial, el del desarrollo de la idea implícita en 
        la denominada Iniciativa para las Américas y el del MERCOSUR. Los cuatro están estrechamente asociados entre sí y si 
        bien tienen una dimensión temporal distinta puesto que sus efectos 
        se gradúan en forma diferenciada en el tiempo, se condicionan recíprocamente 
        ya que la evolución en cada uno de ellos necesariamente toma en 
        consideración lo que va ocurriendo en el conjunto. Por ejemplo, 
        la evolución de la estrategia de desarrollo del MERCOSUR dependerá 
        en gran medida de los avances que se alcancen en las negociaciones en 
        el GATT, para lograr una disciplina comercial internacional que permita 
        neutralizar las actuales tendencias al proteccionismo y a las acciones 
        unilaterales discriminatorias en los países de la OECD, y para 
        lograr la introducción de cambios radicales en las políticas 
        agrícolas de los países industrializados, incluyendo una 
        reducción sustancial de los subsidios a las exportaciones de productos 
        agrícolas. a. La deuda externa: El frente negociador en relación a la deuda externa, se centra 
        fundamentalmente en las actuales negociaciones con el Fondo Monetario 
        Internacional y con los bancos, con el objetivo de lograr en el marco 
        del denominado Plan Brady, una sustancial reducción de la carga 
        fiscal que significa el cumplimiento de los compromisos incurridos en 
        el pasado, con clara implicancia inflacionaria, y restablecer plenamente 
        así la credibilidad financiera del pais y su capacidad de participar, 
        activamente en los flujos de fihanciamiento internacional. Podría 
        afirmarse que el objetivo es el restablecer una normalidad perdida durante 
        la década del ochenta, a fin de consolidar condiciones macroeconómicas 
        sólidas y razonables para el esfuerzo nacional de competitividad 
        internacional. Los otros tres frentes negociadores, suponen el logro de tales condiciones 
        macroeconómicas de competitividad y están fuertemente centrados 
        en mejorar sustancialmente las condiciones de acceso a los mercados externos 
        principales para el país y atraer así, al inversor internacional 
        y nacional hacia actividades productivas orientadas tanto al mercado interno 
        como al mercado mundial. En el trazado de las respectivas estrategias negociadoras en estos frentes, 
        se parte del reconocimiento de una realidad económica internacional 
        dominada por la formación de megamercados y por una fuerte propensión 
        hacia el proteccionismo y el comercio administrado. Se comparte el diagnóstico 
        de Arthur Dunkel en el sentido que la precariedad en los accesos a los 
        mercados mundiales, constituye una de las formas más eficaces de 
        restricciones no arancelarias al comercio mundial. Se reconoce que todos 
        nuestros competidores buscan en la alianza con otras naciones en torno 
        a bloques económicos, adquirir una suerte de seguro contra el proteccionismo, 
        transformando su acceso a los mercados del respectivo bloque, en un derecho 
        jurídicamente protegido y no en un privilegio unila-teralmente 
        concedido -y por lo tanto fácil de remover en forma unilateral 
        y eventualmente arbitraria. Se extraen así consecuencias conceptuales 
        y prácticas de las motivaciones que llevaron por ejemplo al Canadá 
        a negociar el FTA con los Estados Unidos y posteriormente a México, 
        a iniciar las actuales negociaciones trilaterales para la formación 
        de NAFTA. b. El GATT y el acceso a los mercados de la OECD: Las negociaciones de la Rueda Uruguay, tendientes a lograr una mayor 
        apertura de los mercados mundiales y a asegurar una disciplina multilateral 
        internacional en el comercio mundial, son cruciales para nuestro país, 
        especialmente para sus relaciones comerciales con los países de 
        la OECD. Así lo ha expresado en el marco del Grupo Cairns, en especial 
        en relación a los cambios qué se aspira a introducir en 
        las políticas agrícolas de los países industrializados, 
        no sólo de la CEE y, en particular, en relación a los subsidios 
        a las exportaciones. Sólo en el cuadro de una negociación multilateral internacional 
        que concluya con un fortalecimiento del GATT y de sus reglas de juego, 
        se entiende posible lograr un cambio radical en las políticas agrícolas 
        de la CEE y en la denominada "guerra de los subsidios agrícolas", 
        que tanto daño han producido al comercio agrícola de nuestro 
        país. La experiencia de las últimas dos décadas ha demostrado 
        fehacientemente que los esfuerzos aislados de la Argentina, tanto con 
        respecto a la CEE como con respecto a los Estados Unidos, eran ineficaces 
        para lograr el mínimo de cambios requeridos por una economía.altamente 
        eficiente y competitiva en el comercio de productos agrícolas. 
        Una idea de la importancia relativa de esta cuestión para la economía 
        argentina, lo da el hecho que un cuarto de nuestras exportaciones totales 
        están compuestas en la actualidad, por productos primarios y manufacturas 
        de origen agrícola orientadas hacia el mercado de la CEE. El enorme potencial agrícola del país se vería sin 
        duda beneficiado por la mayor apertura y la mayor seguridad en el acceso 
        a los mercados de la OECD, y por la reducción sustancial del denominado 
        proteccionismo de terceros mercados, logrado a través de una política 
        de subsidios a las exportaciones agrícolas de los Estados Unidos 
        y de la CEE, que nos han desplazado, han puesto techo o lian rodeado de 
        incertidumbre nuestro propio acceso a mercados de terceros países, 
        en particular en el mundo en desarrollo. Sin duda que, junto con factores 
        originados en nuestras propias políticas macroeconómicas, 
        las limitaciones- y las incertidumbres en los accesos a los mercados mundiales, 
        han significado en los últimos años un poderoso factor disuasivo 
        de la inversión orientada a la expansión de la producción 
        agrícola del país. Pero para la Argentina las negociaciones de la Rueda Uruguay no agotan 
        su importancia en la cuestión agrícola. Se las visualiza 
        como el inicio de un proceso negociador más amplio en el que, a 
        partir de los resultados finales de la actual Rueda, se logre un marco 
        multilateral que efectivamente discipline a los principales protagonistas 
        del comercio mundial. El interés nacional de un país mediano, con limitada significación 
        en los mercados mundiales, que se ha abierto al comercio internacional 
        y que tiene razonables perspectivas de ser un competidor eficiente, cruza 
        necesariamente por la efectividad de las reglas de juego del comercio 
        mundial, que neutralicen las acciones arbitrarias unilaterales de países 
        o de bloques, que reduzcan sustancialmente las prácticas desleales 
        de comercio y que aseguren un acceso fluido a los mercados más 
        desarrollados de la OECD. De allí la importancia que tienen para nuestro país por 
        ejemplo, un sistema eficaz de solución de controversias comerciales, 
        las reglas de juego para la competencia económica mundial, e incluso 
        las normas y prácticas ecológicas que incidan en nuestras 
        exportaciones. Estos son algunos de los temas centrales del GATT sobre 
        los que la Argentina deberá actuar en el futuro en su carácter 
        de Parte Contratante, asociándose con otras Partes Contratantes 
        con intereses comunes al respecto, tal como lo ha hecho en los últimos 
        años en el marco de la Rueda Uruguay. c. La Iniciativa para las Américas y el acceso al mercado americano: El desarrollo de la idea implícita en la Iniciativa para las Américas, 
        representa otro frente negociador de indudable importancia para el interés 
        nacional de una Argentina dispuesta a ser un competidor eficiente en los 
        mercados mundiales. Es un frente negociador crucial para la relación 
        económica de la Argentina con los Estados Unidos, país al 
        cual exporta en la actualidad un valor reducido de bienes considerando 
        la dimensión del mercado americano. La idea implícita en la Iniciativa, es que existe un interés 
        compartido entre todas las naciones americanas, de desarrollar un sistema 
        de libre comercio hemisférico, que permita otorgar gran fluidez 
        a los flujos comerciales y de inversión en la región. Supone 
        el desarrollo de una alianza para el comercio y la inversión, entre 
        los Estados Unidos y el Canadá, y las naciones del hemisferio, 
        abierta al comercio con todo el mundo. Para la Argentina, el objetivo con respecto a la Iniciativa, es que contribuya 
        a crear un entorno económico regional favorable a sus esfuerzos 
        de competitividad internacional, centrado en un acceso fluido y asegurado 
        al mercado de los Estados Unidos, y en el establecimiento de reglas de 
        juego en todos los países del Hemisferio, que faciliten el movimiento 
        de capitales y los flujos tecnológicos. En ese objetivo también ocupa un lugar privilegiado, fortalecer 
        y renovar profundamente la ALADI, como marco para la expansión 
        del comercio y para la integración abierta al mundo, de los países 
        latinoamericanos que la integran. Incluso se puede visualizar en la ALADI, 
        el precedente de una metodología institucional y de un marco sumamente 
        flexible extensible a escala hemisférica, para una disciplina común 
        en las aperturas recíprocas de los mercados, y para compatibilizar 
        las acciones orientadas a la interacción económica entre 
        pares o grupos de países. No hay aún una negociación formal orientada a darle contenido 
        al componente comercial y de inversiones de la Iniciativa para las Américas. 
        Ha habido una primera exploración de ideas, en torno al concepto 
        de un sistema de libre comercio hemisférico en el marcado de una 
        reciente Conferencia sobre Comercio en el marco de la OEA (octubre de 
        1991). Se ha establecido en el Banco Interamericano de Desarrollo, a través 
        del Fondo Multilateral de Inversiones, un instrumento financiero idóneo 
        para fortalecer el necesario papel de la institución como agente 
        catalizador de financiamiento externo para la región y para su 
        sector privado. Han habido también exploraciones de ideas sobre 
        el desarrollo del componente comercial de la Iniciativa, entre los socios 
        latinoamericanos en el marco de la ALADI (setiembre y en diciembre de 
        1991), e incluso en el marco del SELA. Se ha establecido un acuerdo marco 
        de libre comercio entre los Estados Unidos y los cuatro países 
        del MERCOSUR, y su Consejo Consultivo ya ha celebrado una primera reunión 
        (noviembre de 1991) y en mayo se reunirá nuevamente en Buenos Aires. Es muy probable que en el seno de ese Consejo Consultivo EE.UU.-MERCOSUR, 
        en encuentros como los mencionados de la OEA y de la ALAD1, y en otros 
        celebrados por el sector privado en el ámbito del BID, se siga 
        desarrollando en el futuro inmediato la exploración de ideas en 
        torno a las modalidades que podrían adquirir en el futuro las relaciones 
        de comercio e inversión en el Hemisferio. Estas exploraciones estarán 
        fuertemente condicionadas por los resultados de la actual Rueda Uruguay, 
        por los de las negociaciones en curso para el establecimiento de NAFTA 
        y por la propia evolución de los procesos de integración 
        económica en América Latina, en especial el del MERCOSUR. ¿Serán NAFTA y el MERCOSUR los principales ejes del desarrollo 
        de un sistema de libre comercio hemisférico, teniendo en cuenta 
        la participación relativa de los países involucrados en 
        el producto industrial y en el comercio de la región? ¿Es 
        posible visualizar una asociación entre ambos esquemas de libre 
        comercio y de integración? O por el contrario, ¿será 
        NAFTA el polo principal al cual deberán ir accediendo gradualmente 
        los otros países o grupos de países del Hemisferio, en la 
        medida que reúnan las condiciones macroeconómicas y de reglas 
        de juego para el comercio y la inversión, que se requiere para 
        participar en lo que crecientemente se denomina un "quality free-trade 
        área"? Las anteriores son sólo algunas de las preguntas principales que 
        comienzan a aflorar en los países del Hemisferio en torno al componente 
        comercial y de inversiones de la Iniciativa para las Américas. 
        Las respuestas a éstas y otras preguntas que sin duda surgirán 
        en el curso de las consultas y negociaciones, tendrán un profundo 
        impacto, político y económico, en el fvituro del sistema 
        interamericano. Ellas serán respondidas, entre otros factores, 
        en función de las expectativas de comercio que se generen a partir 
        de una alianza comercial con los Estados Unidos y de los efectos macroeconómicos 
        que se puedan estimar como consecuencia de tal alianza, ya que no en todos 
        los países puede darse una respuesta tan nítida como la 
        que resulta del mismo análisis efectuado desde la perspectiva de 
        una economía ya tan integrada a la americana como es la de México. En lo inmediato, las respuestas a estas preguntas estarán fuertemente 
        condicionadas por el comportamiento futuro de la economía americana, 
        que en el caso de la Argentina incide más por el efecto en el servicio 
        de la deuda externa de la reducción de tasas de interés, 
        o por el efecto que la recesión americana produce sobre la economía 
        de los países de la OECD y en su propensión al proteccionismo, 
        que en el comportamiento de las exportaciones argentinas hacia los Estados 
        Unidos, dada la baja elasticidad ingreso de la demanda de las principales 
        exportaciones agrícolas del país. d. El MERCOSUR y el acceso al mercado del Brasil: El frente negociador del MERCOSUR es el que actualmente tiene mayor prioridad 
        para la Argentina. Primero, porque no se lo concibe como contradictorio 
        con las estrategias negociadoras en los otros frentes mencionados. Por 
        el contrario, para la Argentina el MERCOSUR y el desarrollo de un sistema 
        de comercio libre hemisférico, en el marco de un fortalecimiento 
        de la disciplina comercial y la apertura de los mercados mundiales a través 
        del GATT, son partes indisociables de su estrategia de inserción 
        en la economía mundial. Segundo, porque es a través de la 
        alianza económica con el Brasil y sus otros socios en el MERCOSUR, 
        que el país aspira a adquirir una mayor capacidad competitiva y 
        negociadora, en una economía mundial crecientemente influenciada 
        por los megamercados y por las fuertes tentaciones proteccionistas de 
        los países de la OECD. ¿En qué estado se encuentra a comienzos de 1992 el MERCOSUR? 
        Se ha avanzado sustancialmente en la definición de las reglas de 
        juego y en las señales al mercado con respecto a lo que los cuatro 
        países que lo integran, desean lograr durante el período 
        de transición que culminará en diciembre de 1994. En cuanto a las reglas de juego, se ha puesto en vigencia el Tratado, 
        que contó con la aprobación sin oposición en los 
        cuatro Parlamentos nacionales. El MERCOSUR está plenamente sustentado 
        en la legitimidad democrática. Sus órganos, basados en la 
        experiencia práctica adquirida por la Argentina y el Brasil en 
        el proceso de integración bilateral iniciado en 1985, ya están 
        en funcionamiento, especialmente el Grupo Mercado Común y sus once 
        subgrupos de trabajo, que son el eje del sistema de negociación 
        y de ejecución del proceso subregional de integración. Además 
        se han firmado o aprobado en la primera reunión del Consejo del 
        MERCO-SUR (Brasilia, diciembre de 1991), órgano máximo de 
        decisión política que sesiona con la participación 
        de los Jefes de Estado, importantes instrumentos que regularán 
        el funcionamiento del Mercado Común, tales como el Protocolo de 
        Solución de Controversias, que incluye el arbitraje obligatorio 
        y prevé mecanismos para que los particulares defiendan los derechos 
        que les genera el Tratado de Asunción; o la decisión sobre 
        acuerdos sectoriales, que establece las pautas a que deberán atenerse 
        los empresarios para pactar la integración y especialización 
        intrasectorial en forma compatible con los objetivos del MERCOSUR, o la 
        decisión que establece sanciones administrativas para el incumplimiento 
        de los requisitos de origen, que como se saben son cruciales en un proceso 
        de integración como el que se está desarrollando entre la 
        Argentina, el Brasil, el Paraguay y el Uruguay. En cuanto a las señales al mercado, los gobiernos han reafirmado 
        al más alto nivel político que los mecanismos de desgravación. 
        comercial y los plazos habrán de cumplirse inexorablemente. Así 
        el 31 de diciembre pasado se profundizó automáticamente 
        la preferencia arancelaria y así ocurrirá nuevamente al 
        final de cada semestre hasta concluir el 31 de diciembre de 1994 con arancel 
        cero para todo el universo arancelario. También al finalizar 1991, 
        cada uno de los países cumplió su compromiso de eliminación 
        de un porcentaje de los productos incluidos en las Listas de Excepciones, 
        correspondiendo a la Argentina y al Brasil una reducción del 20% 
        de sus respectivas Listas. Se ha comenzado a trabajar en la metodología 
        para la definición del arancel externo común, que deberá 
        facilitar la competencia externa de sus respectivas economías, 
        y en las medidas anunciadas por el Brasil el 19 de febrero último 
        para activar sus exportaciones, se incluyó un anticipo en el cronograma 
        de reducción de su protección arancelaria, reiterándose 
        explícitamente que a partir del 1ro. de enero de 1995 regirá 
        el arancel externo común. La coordinación de políticas económicas, en la medida 
        necesaria para facilitar el establecimiento de la Unión Aduanera, 
        es una preocupación central del MERCOSUR. Por ello, al más 
        alto nivel político en diciembre de 1991, se reiteró la 
        definición que ya habían efectuado los Ministros de Economía 
        y los Presidentes de los Bancos Centrales, en el sentido que tres son 
        las prioridades centrales de las políticas económicas de 
        los cuatro países: a) la estabilidad económica, a ser alcanzada 
        mediante políticas fiscales y monetarias austeras; b) la mayor 
        apertura de las economías para una inserción más 
        competitiva en la economía global, y c) la mayor modernización 
        de las economías, mediante la desregulación y la privatización. Más allá de circunstanciales dificultades originadas en 
        cada país, como consecuencia inevitable a veces, de las propias 
        políticas de estabilización y de transformación productiva, 
        lo cierto es que el MERCOSUR está asentado en una percepción 
        común de lo que es necesario hacer en el interior de cada país, 
        para superar la obsolescencia económica internacional Es en el 
        marco dinámico de una coordinación de facto de las políticas 
        económicas, que corresponde analizar los problemas de asimetrías 
        de costos relativos, que pueden aún manifestarse como consecuencia 
        de los efectos de arrastre de políticas macroeconómicas 
        que los cuatro países están firmemente empeñados 
        en superar. La agenda de prioridades para 1982, también definida en su reunión 
        de diciembre pasado por los cuatro Presidentes y el Consejo del MERCO-SUR, 
        ilustran sobre los alcances y las características de un proceso 
        de integración claramente orientado hacia la competitividad internacional 
        de las respectivas economías nacionales. Ellas son: a) profundizar 
        el examen para la definición del arancel externo común a 
        partir de los criterios metodológicos acordados; b) adoptar las 
        medidas que aseguren condiciones efectivas de competencia leal para el 
        comercio entre los países del MERCOSUR y con terceros países; 
        c) avanzar en la desregulación del transporte entre los cuatro 
        países para reducir sus-tancialmente sus costos y para estimular 
        la necesaria inversión privada; d) dar la máxima prioridad 
        a las acciones orientadas a obtener normas técnicas, que a la vez 
        que aseguren la calidad y la competitividad internacional, faciliten la 
        expansión del comercio entre los países del MERCOSUR y la 
        protección de los legítimos intereses del consumidor; e) 
        promover iniciativas orientadas a concretar proyectos que permitan un 
        mayor aprovechamiento de los recursos energéticos del MERCOSUR, 
        y f) coordinar posiciones en los foros económicos multilaterales, 
        en especial en el GATT, el Grupo Cairns y otros. A pesar de las dificultades económicas y al contexto de inestabilidad 
        que se han manifestado aún en 1991, el comercio entre la Argentina 
        y el Brasil, ha continuado creciendo en forma superior al comercio exterior 
        global, especialmente por el lado de las exportaciones, confirmándose 
        la firme tendencia que en tal sentido se manifestara tras los acuerdos 
        celebrados entre los dos países en el contexto del Programa de 
        Cooperación e Integración (PI-CAB) iniciado en 1985. Y también 
        en 1991 se ha puesto de manifiesto un fuerte interés del sector 
        empresario en participación activamente en el comercio subregional, 
        reflejado en múltiples acuerdos a nivel de empresas o el recientemente 
        negociado acuerdo sectorial siderúrgico (marzo de 1992), que retoma 
        en el marco de las nuevas pautas establecidas por el Consejo del MERCOSUR, 
        los esfuerzos de integración intrasectorial desarrollados al amparo 
        del PICAB. Tanto para la Argentina como para el Brasil, las dos principales economías 
        del área, que además mantienen vigente entre sí su 
        propio proceso bilateral de integración (el ACE 14-ALADI), el MERCOSUR 
        es percibido como un instrumento clave -a pesar de la distinta importancia 
        relativa que el comercio bilateral actual tiene para ambas economías- 
        de sus, respectivas estrategias de inserción competitiva en los 
        mercados mundiales, y como tal de sustento de sus procesos de transformación 
        productiva en el marco del sistema democrático. Ninguno de los dos países lo percibe sólo en función 
        del aprovechamiento de sus respectivos mercados internos, ni como alternativa 
        a la necesaria apertura al comercio mundial. La opción entre integración 
        en el MERCOSUR o integración en el mundo, no es realista ni tiene 
        vigencia práctica en ninguno de los dos países. La opción 
        realista es la del MERCOSUR para facilitar la integración competitiva 
        en el mundo. Y en los dos casos además, la construcción del MERCOSUR 
        es parte de un proceso más amplio de creación de un entorno 
        subregional que facilite la cooperación en todos los planos, y 
        que sustente el enorme progreso alcanzado en los años posteriores 
        al restablecimiento democrático en el campo nuclear, extendiéndolo 
        crecientemente al de la cooperación política y, en especial, 
        científica y tecnológica.  IV. Conclusión: una estrategia de alianzas múltiples. La nueva estrategia de inserción argentina en la economía 
        mundial, apunta entonces a crear un sistema de alianzas múltiples 
        con todos aquellos países de la región y del mundo, que 
        comparten el interés por un comercio mundial más abierto 
        y menos discriminatorio. No está centrada en un solo ámbito de acción económica 
        internacional. Si la alianza económica en el MERCOSUR, sustentada 
        en la alianza bilateral con el Brasil, tiene un lugar privilegiado, ella 
        es abierta a la integración en el ámbito de la ALADÍ 
        con los otros países latinoamericanos, en especial los contiguos 
        como Chile y Bolivia, y en el ámbito americano, al establecimiento 
        de un relacionamiento económico estrecho con los Estados Unidos, 
        en el contexto del desarrollo de la idea contenida por la denominada Iniciativa 
        para las Américas. Pero a su vez, estas alianzas económicas 
        regionales, se insertan en la perspectiva más amplia de una vinculación 
        estrecha con las otras economías del mundo, en especial las otras 
        de la OECD y las del Sudeste Asiático, para lo cual se atribuye 
        una prioridad especial al desarrollo de una disciplina comercial internacional 
        multilateral en el marco del GATT. La estrategia de alianzas múltiples refleja la diversidad del 
        comercio exterior de la Argentina, que está simultáneamente 
        orientado, tanto en las exportaciones como en las importaciones, a los 
        principales mercados industrializados y a la región. No hay un 
        mercado dominante. También refleja la diversidad de origen de las 
        inversiones extranjeras en el país y crecientemente, la diversidad 
        de origen de las inmigraciones. No es una estrategia sólo externa ni sólo gubernamental. 
        Implica la transformación productiva interna para alcanzar niveles 
        razonables de competitividad sistémica, a través del control 
        de la macroeconomía y de la competitividad empresaria, resultante 
        ésta de un gran esfuerzo de productividad y de incorporación 
        del progreso técnico. Implica, por lo demás, la movilización 
        societal, en el cuadro democrático y de la equidad social, para 
        que sea la propia sociedad civil, incluyendo sobre todo a los empresarios 
        privados y a los sindicatos, la que asuma la tarea de tornar competitiva 
        a la nación, proyectando a los mercados mundiales la capacidad 
        del país de producir bienes y de prestar servicios, con los niveles 
        de precio y calidad que requieren hoy en día los consumidores de 
        los países industrializados, y que requerirán crecientemente 
        los propios consumidores del país. Su éxito dependerá finalmente de la respuesta empresaria 
        y societal, a las nuevas condiciones macroeconómicas y de competitividad 
        que resultan de las medidas de transformación productiva en curso, 
        y a los desafíos que implican la mayor apertura de la economía 
        nacional en un cuadro económico mundial, a la vez cargado de incertidumbres 
        y de tentaciones proteccionistas originadas, principalmente, en las actuales 
        dificultades de los países de la OECD, pero también de oportunidades 
        planteadas por la globalización de la economía mundial, 
        fruto no tanto de voluntades nacionales como de poderosas fuerzas de cambio 
        tecnológico o incluso, ideológico |