|  La Argentina ha mantenido frente a la idea de la integración 
        económica de América Latina una actitud ambivalente. Si 
        por un lado es el país que mas aporta al comercio intrarregional, 
        y el que ejerció una influencia decisiva en la creación 
        de la ALALC, por el otro ha mantenido una actitud escéptica, y 
        a veces negativa, frente a todo intento de transformar el proyecto de 
        integración en algo mas que un marco para aumentar el comercio 
        reciproco. En 1960 la Argentina integro la vanguardia de los países que entendían 
        que también era posible encarar en la región un proceso 
        de formación de un mercado común. Si bien la negociación 
        que dio origen al Tratado de Montevideo que establece la ALALC estuvo 
        condicionada por la necesidad e mantener y fortalecer un sistema regional 
        de preferencias, que fuera compatible con el GATT, en los círculos 
        empresariales y en los órganos de opinión existía 
        una fuerte tendencia a propiciar la adopción de todas aquellas 
        medidas en el plano regional que estuviesen de acuerdo con las tendencias 
        a la liberalización del comercio y al multilaterismo en el sistema 
        económico internacional, y no excluían la formación 
        de un comercio común. Por el contrario, el modelo europeo, al menos con idea, estaba presente 
        en forma constante. Basta recorrer los diarios de los años 1958 
        a 1960 para observar cuan lejos estaba en aquella época la idea 
        de integración de ser solo patrimonio de la CEPAL. "Clarín" 
        , por ejemplo, en un editorial de febrero de 1960, titulado " El 
        Mercado Común en 9 razones", daba su total apoyo a la idea 
        de formar un mercado común latinoamericano, siguiendo el ejemplo 
        europeo, y abogaba por la especialización industrial ínter 
        latinoamericana, afirmando que "no es imprescindible que todas las 
        industrias se desarrollen en todas las naciones latinoamericanas". 
        Concluía señalando que "latino americanismo es también 
        nacionalismo, Pero del mejor". Y el 8 de Julio de 1960 publicaba 
        otro editorial titulado "si Europa derriba barreras aduaneras, ¿Qué 
        espera Latinoamérica para hacerlo?", en el que reiteraba enfáticamente 
        la necesidad de imitar el modelo europeo. Luego las cosas se complicaron y la opiniones cambiaron. Mientras la 
        ALALC lograba realizaciones concretas en el plano comercial y establecía 
        una "infraestructura de conocimiento humano", imprescindible 
        en todo proceso de la integración económica, se desarrollaba 
        en el plano ideológico un fatigoso debate en el que se planteaban 
        temas exóticos como "desarrollo nacional primero y luego integración 
        regional", o "integración si, pero no súper nacionalidad". 
        Detrás del debate existía, sin embargo, una real controversia 
        entre dos concepciones de la integración de la integración 
        económica , una liberal basada en la utilización de la liberación 
        del comercio como principal instrumento para lograr las ventajas de la 
        ampliación de los mercados nacionales, y la otra, que partiendo 
        del supuesto de que se trata de países de desigual desarrollo económico, 
        considera que puede ser viable, desde el punto de vista político 
        y económico, un proceso de integración que de alguna forma 
        utilice como instrumento la programación conjunta de ciertas inversiones. La reunión de los presidentes en Punta del Este, en abril de 1967, 
        fue, quizás, el ultimo acto de una etapa que algunos han denominado 
        "romántica", de un proceso de integración asignado 
        hasta entonces por la negación de los profundos conflictos económicos 
        y políticos existentes entre los países latinoamericanos. 
        Se suponía la homogeneidad y la cooperación, y sobre dichos 
        supuestos se construyo un programa de integración que solo pudo 
        ocultar con palabras la falta de acuerdo real.
 El replanteoEn los últimos dos años asistimos a un replanteo de la idea 
        de la integración económica regional, de sus objetivos e 
        instrumentos. En ciertos casos, el replanteo ha sido forzado por acontecimientos 
        políticos vinculados a su vez con las propias modalidades de la 
        integración: es el caso del Mercado Común Centroamericano 
        y la crisis originada en la "guerra del fútbol". En otros 
        casos, el replanteo esta latente y se manifiesta en un tácito "no 
        innovar" que refleja incertidumbre acerca de cómo adaptar 
        un proyecto propio a la década del sesenta a las nuevas realidades 
        económicas de América Latina y del mundo: es el caso de 
        la ALALC.
 Están, por ultimo, quienes ya han efectuado su replanteo de la 
        idea de integración, y han encarado -formalmente en el marco de 
        la ALALC- una experiencia en la que se trata de incorporar todas aquellas 
        ideas que no prosperaron en Montevideo como consecuencia de la actitud 
        e los países grandes. Es el caso del Grupo Andino, ya definido ante si mismo y el resto de 
        los países a través de su decisión de establecer 
        un régimen común de inversión extranjera con las 
        características conocidas, y por la incorporación del instrumento 
        de la programación conjunta para encarar el desarrollo de ciertos 
        sectores industriales mediante la distribución de inversiones. El replanteo continuara, pues definir la forma y el ritmo de la integración 
        económica es sinónimo en América Latina ed definir 
        el modelo que se valora para las relaciones económicas reciprocas 
        entre los países del área. Es sinónimo de definir 
        como se imagina un sistema latinoamericano de naciones que sea funcional 
        para el interés nacional de los Estados que lo integran. Conflicto e integraciónNo es posible decir aquí si a la Argentina le conviene o no la 
        integración. Por otro lado el interrogante aso planteado seria 
        falso. La pregunta correcta debe estar orientada a saber que América 
        Latina necesita el país para satisfacer en el corto, mediano y 
        largo plazo sus objetivos nacionales. En función de la respuesta 
        a esa pregunta será posible elaborar una estrategia en la región 
        que satisfaga el interés nacional. Pero seria ingenuo pretender 
        que el país puede imponer a los otros países una América 
        Latina a su "imagen y semejanza". La integración es un 
        proceso político, basado en el consenso de los participantes. Y 
        solo un esfuerzo continuo de negociación, un ejercicio permanente 
        de transar y de interpretar los intereses de las otras partes, permite 
        avanzar y superar las crisis que de todas formas se producirán.
 La historia de la integración europea así demuestra. Y 
        encarar así la integración es signo de madurez y desarrollo. Lo que si puede decirse es que tarde o temprano - y cuanto mas tarde 
        mayor ser el costo - el país comprenderá que su ámbito 
        natural es América Latina. Al definir una política en la 
        región, y esto es valido para quien intente interpretar que puede 
        ocurrir en los próximos años en las relaciones económicas 
        ínter latinoamericanas, entendemos que será necesario tener 
        en cuenta que las mismas van a estar profundamente influidas pro tres 
        tipos de conflictos.  
        a) El conflicto entre los objetivos de desarrollo nacional y autónomo 
          de los países latinoamericanos y la realidad de un sistema internacional 
          estratificado en el cual las grandes potencias industrializadas tienden 
          aumentar su poder económico, y a intensificar su acción 
          en los países subdesarrollados a través de las llamadas 
          " empresas multinacionales". b) El conflicto entre los objetivos nacionales de desarrollo autónomo 
          de cada uno de los países de América Latina y sus compromisos 
          regionales, y en particular, si se tiene en cuenta el alto grado de 
          estratificación interna que presenta este subsistema internacional. 
          (Un ejemplo puede ser el conflicto entre políticas e instrumentos 
          de promoción de exportaciones de manufacturas y las reglas del 
          comercio regional; o el conflicto sobre la localización de inversiones 
          teniendo en cuenta el interés nacional de los países menores.) c) El conflicto derivado de la heterogeneidad ideológica, y 
          de la pluralidad de regimenes económicos y políticos, 
          que comienza a manifestarse en al región en forma aguda en los 
          últimos dos años. Puede pensarse entonces, que en los próximos años lo cooperación 
        ya iniciada e la ultima década entre los países latinoamericanos 
        a ser estimulada por la situación de conflicto en que se encontraran 
        con las grandes potencias industriales (por Ej., el problema del azúcar 
        y en general, de los productos primarios) y con sus "empresas multinacionales". 
        Por ultimo, también va a ser dificultada por la situación 
        de conflicto interna del subsistema regional, derivada de la desigualdad 
        de poder económico entre los componentes del mismo; la heterogeneidad 
        de regimenes políticos y económicos, y la voluntad de cada 
        país de maximizar sus objetivos de desarrollo y preservar su identidad 
        nacional. En la medida que el país y los otros países de la región, 
        asuman la existencia, de estos tres tipos de conflictos, y desarrollen 
        una política orientada a maximizar la unidad regional como consecuencia 
        de los efectos desintegradotes de los conflictos internos, es posible 
        imaginar la concreción de un modelo de relaciones económicas 
        reciprocas, que permite lograr algunos de los objetivos económicos 
        perseguidos en la década anterior con los proyectos de integración. La próxima entrevista entre los presidentes Allende y Lanusse, 
        puede ser una excelente oportunidad de demostrar el amplio campo de cooperación 
        e integración que se abre a países que sepan conciliar sus 
        intereses nacionales en función de objetivo comunes, y en una mutua 
        aceptación del pluralismo ideológico. |