El superávit comercial actual brinda una oportunidad para reflexionar
sobre los déficit que pueden afectar la evolución de largo
plazo del comercio exterior argentino. Es una reflexión necesaria
considerando la disminución gradual, persistente y creciente del
superávit.
Y ello es natural que ocurra en la medida que crece la economía
y aumentan las necesidades de inversión productiva. En una economía
con baja inversión acumulada en progreso técnico, el crecimiento
tiende a traducirse en un aumento de la demanda de bienes, servicios y
tecnologías del exterior.
Al menos tres déficit -en el sentido de acción insuficiente-
pueden incidir en el objetivo de producir saltos cuantitativos y cualitativos
en las exportaciones argentinas. Fue un aspecto resaltado en la reciente
Jornada del Consejo Académico de la Fundación ExportAr.
Constatarlos da elementos para una eficaz estrategia-país de comercio
exterior.
La información, esencial
El primero es de diagnóstico sobre el entorno externo y el potencial
real que le ofrece al país. No siempre se tiene buena información
sobre fuerzas profundas que operan desplazamientos de ventajas competitivas
en favor o en contra de bienes y servicios originados en la Argentina.
Ella es esencial para la gestión de la inteligencia competitiva
de las empresas que compiten en los mercados externos.
El segundo déficit es de articulación entre empresas que
se proyectan a los mercados externos. Es más importante en el caso
de pequeñas y medianas empresas. A pesar de lo mucho que se ha
avanzado al respecto, se percibe aún cierta resistencia cultural
a sumar esfuerzos a través de distintas modalidades de asociación
entre empresas que aspiran a exportar. Ello genera limitaciones en la
escala de producción necesaria, en particular, para llegar a las
bocas de expendio de los grandes mercados.
Finalmente, el tercer déficit es de innovación tecnológica.
En empresas de menor dimensión puede ser consecuencia de dificultades
para articular emprendimientos conjuntos con otras empresas. La constante
incorporación de progreso técnico, en sus múltiples
formas, es hoy requisito fundamental para atender las expectativas de
consumidores cada vez más exigentes y que tienen, además,
múltiples opciones a su alcance.
Son estos tres planos en el que instituciones académicas especializadas
pueden efectuar aportes de valor para empresas capaces de desarrollar
bienes y servicios exportables.
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